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Bush cree que EE UU no debe dar un giro profundo en su política hacia la URSS

Francisco G. Basterra

Para George Bush, la guerra fría no ha concluido y, en consecuencia, Estados Unidos no debe dar un giro profundo en sus relaciones con la Unión Soviética, ofreciendo una nueva doctrina que oponer al nuevo pensamiento internacional de Mijail Gorbachov. Ésta es la conclusión de los primeros borradores de la revisión de la política exterior de EE UU, ordenada por Bush tras su toma de posesión, y que deberá hacerse pública a mediados de mayo.

Cuando el arquitecto de la doctrina de la contención del comunismo de los años cuarenta, George Kennan, los editoriales de la gran Prensa norteamericana y las acciones de Gorbachov -desde Vietnam hasta Polonia, pasando por Afganistán- dicen que la guerra fría es una cosa del pasado, el presidente y sus principales asesores están a punto de producir una respuesta escéptica, poco imaginativa y llena de cautelas al nuevo mundo internacional.Las recomendaciones elaboradas por la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional favorecen el mantenimiento de la situación, sin atreverse a dar un audaz paso adelante para aprovechar el cambio en Moscú. La Administración de Bush, dubitativa sobre la suerte política final de Gorbachov, analiza al líder soviético y sus reformas desde una postura agnóstica y quiere dejar abiertas las dos posibilidades: el triunfo o la caída -del imaginativo líder soviético.

La guerra fría

Cuentan que, antes de dejar la Casa Blanca, los asesores de Reagan dijeron al presidente: "La guerra fría ha terminado, y la hemos ganado". El presidente más anticomunista desde 1917 había dado un vuelco histórico a la relación con la Unión Soviética con su abrazo a Gorbachov. Su sucesor, George Bush, y los expertos que están preparando la nueva doctrina -Brent Scowcroft, consejero de Seguridad Nacional, y su número dos, Robert Gates, procedente de la CIA, donde era el primer analista sobre la URSS- mantienen una elevada dosis de escepticismo hacia la perestroika.Incluso han criticado abiertamente a Reagan y a George Shultz por su "ingenua" fe en Gorbachov, movida, dicen, más por sentimientos personales que por un análisis objetivo. Scowcroft afirmó el domingo que Estados Unidos y Occidente siguen teniendo la ventaja en la relación con la URSS, a pesar de las continuas iniciativas de Gorbachov, y que sería una equivocación apresurarse a dar un cambio importante en la política norteamericana. "Probablemente, no es sorprendente que el futuro se parezca mucho al presente", explicó Scowcroft.

Los estudios de revisión de la política de seguridad nacional descartan iniciativas importantes hacia la URSS en materia de control de armamentos, la OTAN o un incremento sustancial de la cooperación económica con los países del Este. En este último punto, lo más audaz es la concesión a Polonia de créditos a la exportación y el levantamiento de barreras comerciales, y más ayuda del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial como estímulo -zanahoria, dicen, fuentes de la Administración, y premio al anuncio de un proceso democratizador.

"Diferenciación más zanahorias", define un funcionario de la Administración al plan de ruta de Bush respecto a un imperio que ya es cualquier cosa menos monolítico. Polonia y Hungría son casos aparte, y Checoslovaquia, la RDA, Rumanía y Bulgaria deben tener un tratamiento diferente. Los gestos de independencia con respecto a Moscú y de liberalismo serán contestados con zanahorias como las que recibirá Polonia.

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La idea resultante de la revisión política con relación a la URSS es lo que los especialistas gubernamentales han bautizado como el status quo plus: mantener el rumbo heredado de Reagan, sin aceleraciones. Se trataría de establecer un mínimo común denominador aceptable para los conservadores republicanos y para los demócratas del centro.

La filtración de estos documentos se produce días después de que Gorbachov, en Londres, se quejara de la lentitud de la nueva Administración en definir su política exterior, lo que frena el impulso de las relaciones Este-Oeste. "Estaremos dispuestos a reaccionar cuando creamos que lo tengamos que hacer", respondió Bush.

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