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Aparece la segunda edición del 'Oxford English Dictionary', culminación del trabajo de un siglo

20 volúmenes incluyen más de medio millón de palabras del idioma de Shakespeare

El inglés, una de las lenguas más ricas que existen en el mundo, ha quedado recogido en su totalidad por un instante, como en una foto, en la nueva edición del Oxford English Dictionary (OED), que se puso el martes a la venta en el Reino Unido. La épica tarea, reflejada en 20 volúmenes, es la culminación de un proceso que se remonta a 1884, cuando se publicó el primer fascículo de la primera edición de¡ OED. La vitalidad de la lengua de Shakespeare produce unas 1.000 nuevas palabras cada año. Yuppification ha entrado en la presente edición, pero ya hay decenas esperando la próxima, prevista para principios de siglo.

La publicación de la segunda edición del OED llena de orgullo a los británicos, señores de una lengua que habla o farfulla un quinto de la humanidad y que carece de academia. La ubicuidad del inglés es precisamente lo que ha contribuido a que el diccionario sea una realidad, pues han sido compañías norteamericanas y canadienses las que han venido a resolver los graves problemas técnicos y económicos que representa tan ingente obra. Se calcula que la presente edición ha costado unos 1.500 millones de pesetas, a los que habría que añadir algo más de 250 millones de pesetas en que se evalúa la donación de personal y material realizada por IBM, el gigante de los ordenadores.La primera edición del OED llevó 70 años de trabajo y se publicó, en 12 volúmenes, en 1928, tras la muerte de James Murray, el lexicógrafo padre del diccionario. Bob Burchfiled completó en 1986 la edición de los cuatro tomos del Suplemento, con 120.000 nuevas palabras, pero para entonces ya se había comenzado a trabajar en la segunda edición, al quedar claro que no se podía forzar al lector a realizar consultas en tres diferentes series de volúmenes.

Lo que se planteaba era un desafío hercúleo para el que se preparó una minuciosa estrategia de ataque, basada en la colaboración internacional. El ensamblaje de las diversas partes del proyecto -de lectores a tipógrafos, pasando por informáticos y lexicógrafos- constituyó una obra de alta ingeniería, cuyas cabezas visibles son Edmund Wiener, de 39 años, y John Simpson, de 35, coeditores del OED y probablemente las dos únicas personas del mundo que se han leído las más de 20.000 páginas de la obra, que define más de medio millón de palabras, 5.000 de ellas añadidas a las del Suplemento. El trabajo de Wiener y Simpson ha dado fruto al cabo de cinco años gracias a la informática y al ordenador, definido oficiosamente por Wiener como "el regalo de Dios a la lexicografía".

El OED, con la ayuda de lo último en tecnología de la información, se ha convertido también en una base de datos que suscita un chorro de ideas: alguien que investigue sobre las palabras sin sentido del inglés puede tener en cuestión de minutos todas las inventadas por Lewis Carroll y, con ello, material bruto para su trabajo. Porque cada voz del diccionario viene definida y acompañada de una cita que corresponde a la primera vez que tal palabra apareció con el sentido dado, lo que permite trazar su evolución y hasta cambio de significado. La palabra bad, originalmente malo, entre otros significados negativos, hoy significa también bueno, el mejor, y como tal apareció en el título de un reciente elepé de Michael Jackson.

Informática

La informática hace posible dar forma a un trabajo que, en su punto de partida, sigue siendo puramente artesanal. Lectores de todo el mundo envían citas de libros y ofrecen definiciones al equipo encabezado por Wiener y Simpson, que cuenta con unos 20 lectores profesionales en Oxford para tal empresa y a los que se ofrece toda clase de literatura. Con motivo de la presente edición se ha recordado el caso de un coronel norteamericano de apellido Moe, que murió en el incendio de su casa. Moe había coleccionado una larga serie de citas de jerga del inglés hablado en Estados Unidos. El tesoro lingüístico se salvó del fuego y la viuda lo remitió al OED, que analizó el material, que aún olía a humo.

Shakespeare brinda 30.000 apoyos documentales al OED, en el que entran también las palabras glasnost y perestroika (ambas de 1986), Aids (SIDA, en español, 1982) o acid rain (lluvia ácida), un concepto hoy de actualidad, pero que aparece por primera vez en 1859. En candelero también están los clorofuocarbonos destructores del ozono, pero el OED no los ha reconocido todavía. Yuppie ha entrado, aunque no lo ha hecho dinkie, el acrónimo de dual income no k¡ds, referido a los super yuppies, las parejas en que los dos trabajan y no tienen hijos. Para 1992 está prevista la edición de todo el OED en un simple disco compacto. Los que quieran hacerse con uno de los 10.000 ejemplares de la actual edición del OED han de desembolsar unas 300.000 pesetas.

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