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Bajo los peores auspicios

La Constitución serbia proclamada ayer solemnemente en Begrado nace con los peores auspicios posibles para una ley que deberá regular la convivencia en Serbia y sus provincias autónomas (Kosovo y Voivodina).La Constitución, una Carta Magna cuya máxima virtud es el consenso y la disposición de la mayoría para acatarla, es ya para los albaneses el símbolo de una política, la de Milosevic, en la que ven una amenaza directa a todos sus derechos como nacionalidad y como individuos.

Aunque el sentido inicial de la reforma era eliminar los innegables defectos de la anterior, que hacía prácticamente inviable un proceso de toma de decisiones, la nueva, que nace entre la violencia y la sangre -de ambas partes en conflicto, dificilmente solucionará los gravísimos problemas que aquejan a Serbia y a Kosovo y que están marginándolas cada vez más de Europa.

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