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ELECCIONES Y GUERRA CIVIL

Incertidumbre en El Salvador tras el triunfo de Arena

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIAL La victoria de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) en las elecciones presidenciales el pasado domingo -reconocida por todos los dos, aunque los resultados definitivos se conocerán hoy, supone el fracaso de la política de Estados Unidos para El Salvador y abre un período de peligrosa incertidumbre en este país, según distintos observadores. El Consejo Nacional de Elecciones anunció que hasta hoy no se harían públicos los resultados oficiales, aunque adelantó, cuando iban escrutados la mitad de los votos, que Arena había logrado el 53,8%, frente al 36,5% de las democristinos.

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El candidato presidencial de la Democracia Cristiana, Fidel Chavez Mena, reconoció anoche que Arena había alcanzado "el primer lugar", pero agregó que no había logrado hasta ese momento la mayoría absoluta. Las cifras de los partidos políticos y de las cadenas de televisión locales también otorgan el triunfo al candidato de Arena, Alfredo Cristiani, por cerca del 54% de los votos, lo que le convierte en presidente electo sin necesidad de recurrir a una segunda vuelta.Cristiani obtuvo una victoria aplastante en San Salvador (cerca del 60%) y ganó también en facilidad en muchas de las localidades más afectadas por los ataques del FMLN. Arena consiguió más de la mitad de un total aproximado de un millón de salvadoreños que acudieron a las urnas. La abstención, aunque todavía no es oficial, se calcula alrededor del 40%.

El gobernante Partido Demócrata Cristiano (PDC) quedó en segundo lugar, con alrededor del 36% de los votos, mientras que el tercer lugar se lo disputan varias fuerzas que rondan el 5%, entre ellas la Convergencia Democrática, de izquierdas, encabezado por Guillermo Ungo.

Mientras el embajador de Estados Unidos en San Salvador, William Walker, declaraba que las elecciones habían supuesto un triunfo del trabajo que EEUU ha venido haciendo en este país en los últimos años, otros portavoces norteamericanos admitían desconocer quién tiene en este momento el poder en el partido vencedor, y reconocían sus dudas sobre el futuro que augura a El Salvador.

Más de 3.000 millones de dólares de ayuda y una guerra que ha causado 70.000 muertos, no han servido, aparentemente, para que ninguna de las piezas del rompecabezas salvadoreño esté hoy donde Estados Unidos quisiera que estuviese: el centro democrático ha sido aplastado electoralmente, el partido que más dañaba la imagen presentable del régimen ha recibido el respaldo en las urnas y la guerrilla, en una jornada de múltiples combates en todo el país, ha demostrado estar mucho más fuerte que antes de que el presidente, José Napoleón Duarte, llegase al poder.

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La debilidad de los procesos electores y la voluntad de alrededor de 500.000 salvadoreños han valido más que todo el apoyo internacional al PEIC y han querido que Arena gobierne en este país centroamericano de seis millones de habitantes y una superficie similar a la de la provincia española de Badajoz.

Razones del éxito

Las razones del éxito derechista hay que buscarlas en el desgaste de un mal Gobierno de Duarte, en el instintivo deseo de cambio y en el cansancio de casi diez años de una guerra con la que se cree que Arena puede acabar. Otro ingrediente importante es una buena y carisima campaña electoral que destacó la imagen nacionalista y populista de Arena, ocultando el hecho de que es un partido creado por los más grandes terratenientes de este país, con el propósito de defender sus intereses en años en los que parecía inminente la amenaza comunista.

Arena se ha visto favorecida además por la agudización de la guerra dirigida por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en la última semana electoral. Los comandantes guerrilleros creen que con la victoria de Arena conseguirán conformar un fuerte movimiento de oposición progresista al que se sumará la Democracia Cristiana.

"En una primera impresión la victoria de Arena puede resultar monstruosa. Pero vista más a fondo puede ser distinto", cree Rubén Zamora, aliado de la guerrilla y dirigente de la Convergencia Democrática. Zamora considera que su partido político va a tener ahora más argumentos para defender la necesidad de un amplio frente popular, con participación de la guerrilla, para construir un país verdaderamente democrático y combatir a las fuerzas reaccionarias.

Otras fuentes creen que los resultados indican el fracaso de la idea de la convergencia, es decir el fracaso de la imagen política y tecnocrática de la guerrilla, lo que deja todo el poder de la izquierda en manos de los comandantes guerrilleros.

Los más pesimistas piensan que Arena, con el respaldo del Ejército con el control del Parlamento y con el apoyo de la mayoría absoluta de los votantes, no va a dejar mucho margen para que el encuntro y la izquierda preparen alternativas sólidas. Y si no basta con esto, como afirmaba ayer un destacado miembro del partido, "el mayor D'Aubuisson tiene capacidad para juntar mañana a 300.000 hombres armados el la sede de Arena".

La capital salvadoreña comenzó a recobrar la normalidad, a las dos horas del comunicado de la guerrilla que anunciaba el fin de las hostilidades contra el transporte.

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