Ciudad provisional
No hay un palmo de tierra urbana que escape del ruido y hay un palmo de falla, dicen los cursis, en cada corazón. Es Valencia que arde y hay otra Valencia que pone desierto de por medio entre la salida del primer toro y el tercero bien plantado en el centro de la tarde.Tienes todos los boletos para descubrir que la película de tu vida ni empieza ni acaba en el itinerario cambiado de los autobuses / dinosaurios, en las bengalas incendiarias, en el millón de ojos que andan de puntillas para no perder comba ni compases: que tu película eres tú y en estas fechas hay la necesidad urgente de soltar lastre.
Una semana por delante y las nubes espiando pararrayos de colores: y más allá el mar. Perdido, no sé tú, en el camino de la playa al último bailongo. La misma música y el cansancio de siempre rondando las narices,del sobresalto: al fin y al cabo se trata de alargar las noches a golpe de madrugadas. Al fin y al cabo, digo yo, no sé si tú, se trata de inventariar los afectos y aventarlos como se pueda entre olor a pólvora, bienvenidas fugaces y la dosis imprescindible de adioses y nostalgias. O lo que es lo mismo: eso que alguien llama levantar el andamiaje de la fiesta y salir del batacazo felices, contentos o todo lo contrario. Que las fallas son un asco, dicen, y otros, mientras tanto, se embadurnan de lujo y acuden a la fiesta dispuestos a la inmolación cruenta.
El asfalto se cubrirá de domadores de cabras con el látigo trompetero, de mercachifies de la memoria disfrazados de lo que haga falta: para que ni un alma se pierda en el paisaje de cartón piedra, para que la fiesta no decaiga y el paseíllo del atardecer cumpla a la perfección su ritual de folclore y herbolario.
Hay una ciudad provisional en cada esquina y Valencia es una esquina donde revienta el mar por no encontrar salidas. Que el naufragio nos coja confesados y a los de siempre montados en sus fallas. Que no son las mías y ya estoy poniendo desiertos de por medio entre la salida del primer toro y el terícero bien plantado en el centro de la tarde.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.