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Eastern Airlines insta la quiebra ante la huelga de mecánicos y pilotos

Francisco G. Basterra

Eastern, la séptima línea aérea norteamericana, solicitó ayer la quiebra judicial, aplastada por una huelga de mecánicos y pilotos; un brutal enfrentamiento entre su presidente, Frank Lorenzo -hijo de españoles-, y los sindicatos, y una deuda de 2.500 millones de dólares. Lorenzo, un empresario agrio y muy duro y el ejecutivo más odiado de Estados Unidos, declaró, sin embargo, que no es el final de Eastern, que prometió reconstruir como una empresa "más pequeña", pero más viable.

La compañía se amparó en la quiebra ante la imposibilidad de aguantar pérdidas de un millón de dólares, antes de la huelga, y siete millones desde que se inició el paro, hace seis días, como respuesta a la pretensión de Lorenzo de una reducción salarial de 120 millones de dólares. El presidente George Bush se negó a intervenir en la disputa sindical, rechazando declarar un período de negociación, sin huelga, de 60 días.De los 30.000 empleados de Eastern antes de la huelga, ayer sólo quedaban en sus puestos 1.500, el resto fueron despedidos y sólo operaba el puente aéreo entre Washington, Nueva York y Boston y un vuelo a Argentina y Santiago de Chile. Es la principal aerolínea norteamericana en conexiones con Latinoamérica. Los expertos aseguran que, pese a las promesas de Lorenzo, éste es el final de Eastern como una de las grandes líneas aéreas del mundo.

A la desesperada, para detener la hemorragia de pasajeros, Lorenzo ofreció billetes a 12 dólares para volar desde la capital federal a Nueva York -normalmente cuesta 99 dólares-. El tiburón financiero Carl Icahri, presidente de la TWA, se ofreció el miércoles a quedarse con Eastern si los sindicatos aceptaban recortes salariales.

Icahn confirmó que representantes del sindicatos de mecánicos (IAM) se habían puesto en contacto con él la semana pasada para discutir dicha compra. El propietario de TWA había mostrado interés por Eastern Airlines hace varios meses, pero abandonó la idea al no conseguir del IAM concesiones laborales.

Lorenzo, que es el modelo de empresario agresivo nacido bajo el reaganismo, adquirió Eastern en 1986 en un nuevo paso por formar la compañía aérea mayor del mundo, uniéndola a Texas Air y a Continental, que ya poseía. Intentó romper, lo mismo que había hecho en Continental, el poder sindical en Eastern, con despidos masivos y reducciones salariales, única fórmula, decía, de que la compañía fuera viable. Pero la operación le ha estallado en las manos.

El sindicato de mecánicos fue a la huelga el pasado fin de semana y, para sorpresa de Lorenzo, se le unieron los 3.600 pilotos de la compañía, que en su dia fue muy prestigiosa en EE UU. Lorenzo acudió esta semana a los tribunales para que decretaran la ilegalidad del paro de solidaridad de los pilotos, pero no lo consiguió. Por su parte, los mecánicos tampoco lograron huelgas de solidaridad de los ferroviarios, como pretendían. El resto de los pilotos norteamericanos, en apoyo de sus compañeros de Eastern, ha estado trabajando tres días según reglamento, pero sin que se notara en la fluidez del tráfico aéreo.

Lorenzo cuenta con que la protección judicial de la quiebra le permita pagar a sus acreedores, sin que las responsabilidades afecten a sus otras líneas aéreas, y vender en trozos lo mejor de Eastern. Ya se ha comprometido a vender al magnate inmobiliario neoyorquino Donald Trump el transbordador Washington-Nueva York-Boston, lo más rentable de la compañía, por 365 millones de dólares. La operación no se verá afectada por la huelga y la declaración de quiebra.

Jugada rentable

Los analistas aseguran que a Lorenzo puede salirle bien la jugada y acabar con más dinero del que tenía cuando compró Eastern.

La compañía sólo poseía en sus cajas una reserva líquida de 350 millones de dólares cuando ayer optó por la quiebra. La flota vale mucho dinero en un momento en el que las líneas aéreas tienen largos períodos de espera para conseguir aviones nuevos. Y también son valiosos los derechos de aterrizaje y las terminales de Eastern en los dos aeropuertos de Nueva York. Lorenzo deberá pagar ahora más de 2.000 millones a sus acreedores, más 280 millones a pasajeros que tienen billetes de la compañía y 250 millones a sus empleados.

Los activos de Eastem parece que serán suficientes para afrontar todos estos pagos sin necesidad, algo que teme Lorenzo, de echar mano del patrimonio de Texas Air o Continental. Pero la operación de venta por partes de lo que quede de Eastern se verá dificultada por el proceso judicial de quiebra, algo que hubiera sido más fácil de realizar sin haber llegado a esta solución drástica.

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