Desde la cárcel: insumisión
Los insumisos somos objetores de conciencia que nos negamos a cumplir el servicio militar y la realización de la Prestación Social Sustitutoria (PSS) prevista por la Ley de Objeción. Las motivaciones de nuestra desobediencia son múltiples. En la mili desaparecen los más elementales derechos humanos y democráticos. Su lugar lo ocupan la obediencia ciega, la sumisión y los malos tratos. El alto porcentaje de suicidios y muertos que se producen durante el servicio militar convierten a éste en un lugar especialmente peligroso para los jóvenes.No aceptamos tampoco la Ley de Objeción. Los motivos políticos, incluidos los pacifistas y antimilitaristas, quedan excluidos para ser reconocido como objetor. Se establece un tribunal, el Consejo Nacional de la Objeción de Conciencia, que vulnera el derecho de las personas a no declarar sobre su ideología o creencias. El derecho de objeción debe ser reconocido sin que exista ningún tribunal que juzgue la conciencia del objetor. Igualmente, no se reconoce el derecho a objetar durante la mili, confirmando así, una vez más, que en el servicio militar se anulan los derechos humanos de los jóvenes.
La ley castiga duramente el ejercicio de la objeción al imponer una PSS seis meses superior en tiempo al servicio militar. La PSS es una forma más de reclutamiento forzoso en la que se producen los mismos esquemas de la mil¡. El objetor se equipara al soldado en filas ya que también carece de todo tipo de derechos democráticos. Los objetores de la PSS serán trabajadores sujetos a las normas de régimen interior y de organización del trabajo en cuestiones como ritmos de trabajo, productividad, etcétera. Pero no cobrarán salario, ni tendrán derechos laborales o sindicales.
En fin, con nuestra actitud queremos contribuir a la lucha por la paz, el desarme, y la desaparición de los gastos militares, los bloques militares y los ejércitos.
Por todos esos motivos estamos en prisión nueve objetores de Euskadi y Cataluña. Y en los próximos meses el número de objetores encarcelados puede aumentar a varios centenares. Los responsables de ésta situación pretenden frenar la insumisión por la única vía que tienen: la represión. Quieren darnos un escarmiento ejemplar para que la juventud tenga miedo y no desobedezca, para que no se amplie el número de insumisos hasta el punto de poner en cuestión el servicio militar. Saben, igual que nosotros, que el servicio militar obligatorio está en crisis, que la gran mayoría de jóvenes y la población en general tiene una opinión contraria al mismo. A pesar de ello siguen empeñados en que se mantenga el servicio militar obligatorio y se respete la Ley de Objeción. Pero para conseguirlo sólo les queda el recurso represivo. No obstante, la represión no es signo de fortaleza sino de debilidad. La practican los que no pueden convencer de otra forma.
Nosotros, a pesar de estar encarcelados, nos seguimos reafirmando en los motivos de nuestra desobediencia. Y lo hacemos no desde la posición de unos presos aislados en su celda sino desde la convicción de que formamos parte de una campaña popular amplia. Son centenares los insumisos que este año están dispuestos a seguir nuestra actitud. Son centenares el número de jóvenes que están realizando actividades para extender la campaña.
Campaña
Nuestros familiares, los amigos que se han autoinculpado y una gran cantidad de organizaciones políticas, sindicales y entidades ciudadanas de todo tipo están colaborando y trabajando para conseguir nuestra libertad, para que se reconozca el pleno derecho a la objeción de conciencia y se suprima el servicio militar. La campaña está en sus inicios. En los próximos meses se ampliar progresivamente la protesta social. La razón y la justicia están de nuestro lado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.