La polémica siembra de las nubes en Canarias
En el programa de 'lluvia artificial" no hay dinero para saber si se obtienen resultados
CARMELO MARTíN El programa de lluvia artificial que se realiza desde hace 19 años en canarias no dispone de medios económicos que permitan evaluar sus resultados estadísticamente. La posible efectividad, por exceso, le la siembra de las nubes que provocaron un fuerte temporal el pasado 16 de febrero en Gran Canaria y afectaron en menor medida a las otras islas quedará, por tanto, en el misterio científico.
La gota fría sobre Gran Canaria el pasado 16 de febrero (se recogieron hasta 188 litros de agua en un punto de la isla) provocó pérdidas en Las Palmas por valor de más de 2.500 millones de pesetas, aunque favoreció a la agricultura y depositó 10.000 millones de litros de agua en las presas.La siembra de las nubes fue primero anunciada y posteriormente negada por el Cabildo insular, impulsor de la experiencia conocida como lluvia artificial (intensificación de precipitaciones, en términos científicos). Fuentes técnicas del Cabildo han confirmado con posterioridad que se sembraron las nubes de tormenta que, procedentes del Este africano, se dirigían hacia las islas, y se siguieron sembrando hasta que se decretó la alerta roja dos días después.
La falta de medios económicos (el Cabildo destina 25 millones de pesetas anuales al proyecto) ha impedido hasta ahora realizar un estudio estadístico fiable de estos ensayos, lo que ha congelado su reconocimiento oficial por la Organización Mundial de Meteorología (OMM).
Por otra parte, el jefe del Centro de Meteorología de Santa Cruz de Tenerife, Pedro García Prieto, calificó de irresponsabilidad asombrosa" el hecho de que el avión penetrara en la masa de nubes que provocó el diluvio sobre las islas. "Es muy peligroso introducirse en nubes de tormenta para estimular la lluvia", agregó el citado meteorólogo, que participó en una prueba similar realizada en Tenerife en 1975."Si se dan unas condiciones determinadas de temperatura, humedad y viento, y se aplica el tratamiento adecuado, el sistema dabuenos resultados", precisó.
Intercambio con EE UU
El plan de la lluvia artificial se inició en 1970 en Gran Canaria como uno de los programas de intercambio del Tratado de Amistad Hispano-Norteamericano de entonces. Doce años después sufrió un bache al concluir la colaboración de Estados Unidos. Los escasos datos estadísticos que se poseen corresponden en gran medida a ese período. A partir de 1982 el Cabildo tuvo que continuar en solitario la experiencia, pero la asignación económica que destina a dicho fin alcanza sólo para pagar los vuelos operativos. La citada corporación insular pretende ahora que el Instituto Nacional de Meteorología participe en la financiación de una campaña (de tres a cinco años) con un desembolso de unos 300 millones de pesetas.
No obstante, en casos muy puntuales se ha podido establecer que el incremento de lluvia que produce el líquido de siembra (un producto hidroscópico compuesto por nitrato amónico -.50%-, urea -25%- y agua -25%-), que actúa como colector (efecto de concentración del agua) en la nube, ha sido de un 10% o un 15%, porcentaje considerado como satisfactorio.
El procedimiento para esta inseminación artificial aérea es laborioso y requiere una habilidad especial de la tripulación del avión utilizado, un bimotor Islander. Un radar meteorológico localiza la nube, calcula su velocidad, trayectoria y volumen de agua líquida que transporta. Una tripulación adiestrada permanece en situación de expectativa permanente en el aeropuerto de Gando (Gran Canaria). Una vez introducido el bimotor en la nube, efectúa la siembra en gotas de 20 micras del líquido milagroso sobre la base de dicha masa nubosa. Si la operación es un éxito, la nube descarga su masa líquida a los 10 minutos aproximadamente. La maniobra del avión requiere un gran dominio, ya que se producen turbulencias.
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