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Crítica:'POP'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Filigrana pura

Un cantante veterano (49 años de edad) y de carrera tardía publicó su primer disco a los 35 años, armó el taco en Madrid y puso un Pabellón de Deportes boca abajo con un concierto que fue un encaje de bolillos. Con una música que mezcla varios estilos, Al Jarreau consiguió la participación de un público entregado como si de un concierto de rock se tratase, y alcanzó momentos de una comunicación verdaderamente emocionantes. Fue un concierto excepcional.Jarreau basó la actuación en sus portentosas facultades vocales, que abarcan una amplísima tesitura y las utiliza no sólo como un instrumento, sino como toda una orquesta: percusiones, vientos y toda la gama de cuerdas -desde el violín al contrabajo- fueron recreadas por su voz en los momentos más expresivos del concierto.

Al Jarreau

Al Jarreau (voz), Neil Larsen (teclados, coros), Vonda Shepard (teclados, voz), Felicia Collins (guitarra, coros), Rickey Minor (bajo, coros), Tris Imboden (batería), Leonard Doc Gibbs (percusión), Michael Patches Stewart, (trompeta), Michael Paulo (saxo, flauta) y N'Dea Davenport, (coros). Pabellón de Deportes del Real Madrid. Madrid, 24 de febrero.

El cantante tiene asegurado el éxito con la simple exhibición de sus facultades, pero afortunadamente no abusó en la simple explotación de sus dones naturales.

El éxito de Jarreau significa también la habilidad para conjugar lo evidente y lo imaginativo, lo sencillo y lo perfecto, lo comercial y el riesgo artístico. Además de reunir estas características, el norteamericano ofreció un espectáculo intachable en cuanto a escenografía, luces y sonido, capaz de competir con los de cualquier estrella del rock.

Imaginativo y perfecto

La música de Jarreau es un ejercicio constante de equilibrio entre lo imaginativo y lo perfecto. Conectó con el público a través de canciones de éxito -con ritmos claros y melodías sencillas-, pero también enganchó con planteamientos mucho más complejos, basados en ritmos de amalgama y, arreglos de enorme complejidad. Sus cualidades como cantante, intérprete, actor y showman le permiten hacer asequible lo dificil, tratar al público de tú a tú y hacerle cantar, bailar, improvisar y mil cosas más, incorporándolo al concierto con sencillez, simpatía y naturalidad. Con Al Jarreau en el escenario, cada instante es un compendio músicas diferentes, interpretado por nueve músicos magníficos que tienen la libertad necesaria para demostrar sus excelencias como improvisadores sin alterar el ritmo del espectáculo ni caer en la monotonía. La compenetración de estos músicos, de los que resulta dificil destacar a nadie, con Al Jarreau resulta otro de los grandes atractivos de su música. Involucrados totalmente en el espectáculo, tanto desde el punto de vista musical como coreográfico, permite al cantante desarrollar plenamante su estilo: unas líneas melódicas claras y asequibles, basadas en el jazz, a partir de las cuales sus acompañantes tejen una sofisticada tela de araña en la que todo es posible. Esta diversidad ofrece innumerables focos de átención que prenden en el espectador, atónito ante la fuerza y elegancia de -un planteamiento sin aparente posibilidad de error. Fue un concierto perfecto, donde la música se convirtió en filigrana pura.

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