Urralburu: "En tiempo de paz profundizaremos en la cooperación con Euskadi"
El presidente foral asegura que "ETA quiere conseguir en Argel lo que no logra en Navarra"
Sancho VII el Fuerte mira a Gabriel Urralburu desde un tapiz colgado a sus espaldas. El rey navarro, dibujado por Ramón Estolz en 1950, rompe las cadenas de la tienda del moro Miramamolín, en la batalla de las Navas de Tolosa, para llevarlas desde allí al escudo de Navarra.La conversación se desarrolla a media tarde en el despacho del presidente del Gobierno foral de Navarra. Urralburu no se encuentra muy bien: ha visitado por la mañana al médico porque sufre una ligera gripe.
Pregunta. Usted, que gobierna una comunidad de tan extensos problemas, debe de estar harto de que cuando se habla del "problema de Navarra" todo el mundo piense en Euskadi.
Respuesta. Todos entendemos que se siga hablando de Navarra como un problema vinculado al terrorismo, siempre y cuando no se caiga en la trampa de aceptar que hay que cambiar la voluntad de los navarros para que se consiga la paz. No nos preocupa que se hable de Navarra, nos preocupa que alguien pueda tener la idea de que es preciso el cambio de la voluntad popular mayoritaria en Navarra para hacer la paz, porque eso sería gravísimo. Sería tanto como decir que los navarros debemos renunciar a nuestra libertad para que podamos disfrutar de la paz.
P. Sí, pero usted sabe que de eso se está hablando en Argel.
R. Es lógico que ETA tenga la pretensión de conseguir en Argel lo que no consigue en Navarra; pero también es igualmente lógico que un Gobierno constitucional no pueda comprometer nada en relación a Navarra porque no tiene ninguna legitimidad para hacerlo, y además la Constitución no le ha atribuido ninguna iniciativa en esta materia. Por tanto, es previsible que ETA saque este asunto en cualquier conversación; pero la única lectura constitucional que cabe es que el Gobierno de la nación no tiene nada que ofrecer.
P. Entonces, en su opinión, ¿han de ceñirse las conversaciones de Argel a la mera reinserción de los presos etarras?
R. Yo creo que en la mía y en la opinión de todas las fuerzas políticas. No se puede premiar políticamente el terrorismo.
P. Sin embargo, a un campesino de Cáceres, pongo por caso, le costará mucho asumir que quede libre un terrorista, y sin embargo no le causaría gran preocupación que ustedes encontrasen alguna fórmula de entendimiento con Euskadi.
R. Eso tiene una respuesta: cuando se habla de que no hay posibilidad de negociación política con ETA y de que, sin embargo, se puede tratar con generosidad la situación personal de los terroristas, lo que se está diciendo es que a cuenta de la paz es posible solucionar el problema personal de los activistas etarras, pero no es posible condicionar la libertad de los demás ciudadanos a cuenta de que haya paz. A todos nos duele, sobre todo a quienes hemos visto de cerca a las viudas, el dolor de las familias que han tenido una persona asesinada por ETA. A todos nos duele que haya que ser en un momento dacio, y eso es también un hecho político, generoso con los terroristas a cuenta de la paz. Pero eso tiene un límite: que no condiciona, por fortuna, la libertad de nadie más. Sin embargo, cuando se habla de Navarra, estamos hablando de que se respete o no la libertad de los navarros. Eso ya no es un problema de más o menos generosidad, es simplemente de que estemos o no respetando lo fundamental del sistema democrático. Y me parece que eso lo debe entender cualquiera.
Un camino abierto
P. De cualquier forma, pueden encontrarse fórmulas inteligentes para un acercamiento, siquiera sea simbólico, entre Navarra y Euskadi sin violentar la libertad de nadie. Pueden colaborar en cuestiones comunes como el euskera, la televisión, las carreteras, la policía foral...
R. La Constitución impide la federación de dos comunidades. No obstante ello, es indudable que hay elementos en los que la cooperación de Navarra y la comunidad autónoma vasca es de mutuo interés. Y ese camino está ya abierto. Y ese camino en una situación de paz plena yo creo que se profundizará. No estoy seguro ni siquiera de que sea conveniente ahora -no digo posible, sino conveniente- la constitución de órganos comunes. Desde luego, no de gobierno. Serían órganos de encuentro de las dos comunidades. Lo más importante de todo es, sin embargo, que en una situación de paz probablemente la cooperación se va a profundizar y los problemas actuales de tensión se van a aminorar. Pero me parece que hay una cierta confusión cuando se habla de este asunto, y es que se cree que el problerna de Navarra se puede solucionar mirando al País Vasco. La mayor parte de la solución reside en la capacidad que tengamos los propios navarros de, reconociéndonos plurales, sabiendo que hay una mayoría que ha decidido un sistema institucional, facilitar a la minoría que tiene conciencia, tradición y lengua vascas que pueda vivir cómodamente sin renunciar a ello en el sisteina propio de Navarra.
P. Quisiera insistir en eso que ha dicho: en tiempo de paz profundizarían en la cooperación...
R. ... En la situación de que el terrorismo desapareciese definitivamente...
P. Sí, que en ese caso profundizarían...
R. ... En el entendimiento entre navarros, sobre todo. Porque ése es el factor fundamental: si fuéramos capaces de encontrar un sistema de convivencia en el que este sector nacionalista vasco en Navarra pueda sentirse cómodo, quizá consiguiéramos un grado de estabilidad política y social alto.
P. Y en ese caso podrían crearse esos órganos de encuentro entre las dos comunidades de los que usted habla.
R. Con los límites constitucionales, yo creo que sí. Yo creo que sí. Pero tampoco es bueno que nadie vincule esto al problema actual de ETA. Porque ésa es la mejor manera de estropear la posible solución del problema. En la medida en que los navarros percibiésemos que alguien nos quiere imponer por la fuerza uno u otro camino, lógicamente, por defender nuestros derechos, rechazaríamos hasta lo que pudiera teóricamente ser razonable.
P. Esos hipotéticos órganos de encuentro, y con las matizaciones que usted hace, ¿cómo se podrían concretar?
R. De entrada, me parece un error de oportunidad hablar de esto, porque, queramos o no, es leída nuestra opinión en este momento desde la perspectiva de lo que está pasando en Argel. Como principio general, lo que digo es que se ha iniciado un camino de entendimiento y cooperación con las instituciones vascas desde Navarra, que se va a profundizar. En los campos en que sean las dos administraciones acordes en el interés común Y sin que ninguna institución renuncie al ejercicio de sus propios derechos, pueden profundizar en la cooperación dentro de las competencias propias. Y en este sentido, resultará imprescindible para profundizar en la cooperación que las autoridades vascas reconozcan lo evidente: que Navarra es una comunidad propia y diferenciada. Creo que más no podemos decir.
Euskadi en Navarra
P. Esta escena del lienzo que pre side el despacho, y que dio origen al actual escudo de Navarra, data del año 1212; y la bandera vasca apenas es del siglo pasado. ¿Le influye eso a usted tanto que podría cambiar de opinión si le hablasen de que Euskadi se integre en Navarra, y no al revés?
R. ¿Usted cree que sería posible que los portugueses se dejaran conquistar aceptando que España se incorporase a Portugal? El problema es más profundo. El problema es que los navarros no somos nacionalistas, y la comunidad vasca gira en torno a esa ideología, respetable, del nacionalismo. Y ése es el rechazo. Y el nacionalismo vasco tendrá un rechazo permanente en Navarra, por la mayoría, por lo menos si es que es posible pensar en eso, hasta que deje de ser una ideología independentista. No es el problema cómo se llama ese proyecto, si se llama Euskadi o se llama Navarra, sino si ese proyecto se basa en el viejo dogma original de Sabino Arana de construir una nación vasca con un Estado independiente.
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