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Aprender a ser mayor

Los niños de algunos colegios de Madrid juegan a hacer la declaración de la renta

Juan Antonio Carbajo

"¿Y esto de qué me va a servir cuando sea mayor?". Esta tópica duda de miles de pequeños estudiantes ha encontrado una respuesta a su altura. El Servicio de Consumo de la Comunidad de Madrid está desarrollando en algunos colegios de la región diversas experiencias para introducir la vida en el aula y conseguir de paso unos futuros consumidores más críticos. Así, los niños juegan a la oca contratando el gas, la luz o el teléfono; hacen presupuestos de viajes de fin de curso con impresos similares a la declaración de la renta o protestan a las cajeras de un supermercado porque les han dado mal la vuelta. Madrid inicia este curso su cuarto año de trabajos en este campo.

El juego es muy sencillo. El tablero es como el de la oca y tiene 60 casillas. El niño se ha comprado una casa, pero para llegar a habitarla tiene que conseguir los contratos de la luz, el gas y el teléfono. En el desarrollo del juego deberá contestar a preguntas como ésta: ¿cuál es la potencia mínima que se puede contratar? ¿Te pueden cortar la luz cualquier día de la semana? ¿Cuándo es más barato llamar por teléfono o quién debe pagar su arreglo?... No es raro que tras Jugar a los contratos el niño llegue a casa riñendo a los padres porque hace más de cuatro años que no han realizado la revisión obligatoria de la instalación del gas."La introducción de los talleres de consumo en el aula rompe el esquema tradicional de la escuela porque no es una asignatura más, sino un compendio de todas", afirma Luis García Diz, jefe del Servicio de Consumo de la Comunidad de Madrid. "En un taller de compra, por ejemplo, se hace dibujo de etiquetas, se clasifica por peso y volumen, se hacen cálculos matemáticos de presupuestos, se desarrolla el lenguaje al tener que fingir la compra y venta de artículos, etcétera. No queremos que ningún padre piense que es otra asignatura más que se le ha puesto a su hijo", afirma.

El precio justo

Los talleres de compra, que se pueden desarrollar con chicos de 6 a 14 años, están pensados para que el niño aprenda a decidir. "La compra se debe realizar de acuerdo a unas necesidades y presupuestos previos. Desgraciadamente, cuando el niño va con sus padres al supermercado se pierde todo lo que ha aprendido en clase, porque consumimos de forma impulsiva", afirma García Diz. En el taller aprende a leer e interpretar las etiquetas, diferenciar productos y hacer análisis previos a la compra que debe realizar. "Al niño se le pone un tope de 500 pesetas para realizar una merienda y luego se analiza su compra. Todo eso ayuda a madurar", opina Cristina Watt, coordinadora de los talleres.

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Pero no acaba aquí la experiencia. La cajera -puede ser un profesor o un alumno hace de mala de la película. Al final, se equivocará sisando algún dinero en la vuelta o suman do el mismo producto dos veces. De esta manera, se trata de que el niño adquiera el hábito de la reclamación. "Todo lo que puede suceder en la vida se puede meter en un aula de forma controlada. Ése es el objetivo de los talleres", afirma García Diz. El experimento se completa con la enseñanza de un deber cívico de todo consumidor: guardar cola. "Hay que ser solidario", recalca. Tras realizar un taller de compra, el niño se ha iniciado en el manejo del dinero, ha aprendido a ajustar un presupuesto y ha comprendido los mecanismos de la reclamación.

De todas las experiencias realizadas hasta el momento, la más sorprendente es la realización de una declaración de la renta subliminal. En un impreso de cuatro páginas pensado para un viaje fin de curso, los niños deben ir completando distintos cuadros de ingresos y gastos. Luego se suman y se restan Ios distintos apartados a semejanza de los del impreso real. Uno de ellos se denomina "dinero disponible", lo que sin duda recuerda aquello de "base imponible". "No se trata tanto de enseñar a hacer la declaración de la renta como de familiarizar a los niños con un tipo de impreso y de operaciones que se van a encontrar en la vida", explica García Diz.

Todas las experiencias están pensadas para ser completadas con charlas a padres, "porque los actos de consumo se realizan con la familia", explica Cristina Watt. "En las sesiones se intenta sensibilizar a los padres sobre temas que les preocupan, como los libros de texto, la publicidad, los tipos de contratos, a vivienda y el transporte. También intentamos hacerles ver lo importante que es comprar de forma planificada. Algunos han tenido especial repercusión, como una de Alcalá de Henares, que dio lugar a una asociación de consumidores".

Aunque a veces los padres pueden pensar que se les pide demasiado, como es el caso del taller de residuos. Durante una semana la familia debe ir tirando, la basura en cuatro bolsas distintas diferenciando cristal, papel, envases metálicos y materia orgánica. "Sin embargo, es una, manera muy práctica, aunque incómoda, de analizar la clase de basura que generamos, lo que desperdiciamos y las cosas que son susceptibles de ser recicladas. Es una forma de ser solidarios con el entorno", opina García Diz.

Todas estas experiencias se están desarrollando en un número muy pequeño de colegios de la región a pesar de que Madrid es una de las comunidades privilegiadas en la introducción del consumo en el aula. Para este curso se han seleccionado ocho talleres, entre los que se encuentran, además de los aludidos. un taller de etiquetado, otro de escaparatismo -cuyo objetivo es resistirse a las sugerencias de un escaparate-, un taller le distribución mobiliaria y otro de recibos.

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