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UN PAÍS EN CRISIS / Y 2

En Egipto ya no cabe un alfiler

Los programas de control de la natalidad chocan con los tabúes populares

Ángeles Espinosa

"Se comen todo lo que generan, a pesar del esfuerzo ingente por aumentar la producción", manifiesta un diplomático occidental que no ve salida al círculo vicioso en el que se halla encerrado el país que un día gobernaran los faraones."Por supuesto que estamos alerta sobre la progresión demográfica, y un buen ejemplo de ello es que el Consejo Nacional para el Problema Demográfico está presidido por el jefe del Estado", declara Mahmud al Beltagui, director del Servicio de Información del Estado. Las autoridades están intentando convencer a la gente de lo necesario de la planificación familiar para combatir la explosión demográfica, y aunque los resultados no son espectaculares, en las esferas oficiales se está satisfecho.

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Al crecimiento de un 3% previo a 1983 se le han logrado arrancar tres décimas en los cuatro últimos años. Las campañas del Ministerio de Salud, que incluyen la distribución de anticonceptivos casi gratuitos, chocan con el desconocimiento y el tabú que suelen rodear a estos temas en las sociedades tradicionales, fuertemente impregnadas de un sentimiento religioso de la vida, del que difícilmente pueden sustraerse. "Hemos conseguido una fatwa [decreto religioso] del mufti de la República y del gran jeque de la mezquita de Al Azhar en favor del control de la natalidad", agrega Beltagui. No obstante este entusiasmo, la realidad es sustancialmente distinta: los millones de copias impresas de la fatwa poco pueden hacer frente a la prédica semanal de los jatib en las mezquitas, en una población donde todavía hoy el número de analfalbetos ronda el 50%. Esta cifra alcanza un 62% entre las mujeres egipcias.

Fuente de trabajo

Desde posiciones críticas al Gobierno se insiste, de todas formas, en la otra cara de la moneda. "Hay que concentrarse en la producción para incrementar el número de empleos y de consumidores", proponen estas fuentes, que temen que si no se camina en ese sentido "el descontento de hoy pueda traducirse en la revolución de mañana". Visto desde esta perspectiva, el potencial humano, y sobre todo de juventud, se convierte en una importante fuente de trabajo de cara al incremento de las tierras cultivables, en preciada mano de obra para los países vecinos más deshabitados e incluso en elemento estratégico frente a la potencial amenaza israelí, una asignatura todavía pendiente en la conciencia colectiva de la sociedad egipcia..

"La paz unilateral entre Israel y Egipto, sola, no puede ser permanente. De ahí el interés de los egipcios por conseguir una paz global para la región", explica el intelectual crítico moderado Baha al Din. De esta concepción parte el enorme esfuerzo de mediación que el presidente Mubarak está llevando a cabo en la cuestión palestina.

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El actual Gobierno de Hosni Mubarak siente cierta responsabilidad por el futuro de una zona a la que, marginaciones aparte, pertenece. Pero, sobre todo, es consciente de que un eventual tratado de paz árabe con Israel disminuiría los riesgos en el área y, en consecuencia, mejoraría las condiciones de vida.

Uno de los puntos flacos de la mediación egipcia es su debilidad económica, que, en última instancia, podría degenerar en debilidad política. "Egipto nunca ha sido un país rico a lo largo de su historia", precisa el Baha al Din; "fue un imperio, pero el pueblo no era rico". El peso cultural y el prestigio político de las décadas pasadas fundamentan la influencia moral de la que todavía goza en la región. Los intelectuales aún recuerdan cómo apenas hace 30 años era su país el que enviaba ayuda a los ahora enriquecidos países del golfo Pérsico. La crisis económica puede minar, sin embargo, dicha influencia, según advierten los más precavidos.

En las actuales circunstancias, el reto de la modernización interna que precisa el país del Nilo a todos los niveles adquiere una especial relevancia. El contacto con el extranjero, favorecido por una industria turística reciente, ha creado paralelamente expectativas y demandas a las que los habitantes de otras sociedades del Tercer Mundo permanecen completamente ajenas. Las iniciativas del Gobierno, con ser ambiciosas, suelen quedarse bastante lejos de sus objetivos. La enorme maquinaria burocrática heredada del período nasserista y la indolencia social generalizada lastran cualquier intento de despegue.

Varita mágica

Descubrir un aglutinante que motive al unísono a todas las capas de la población constituiría, sin duda alguna, una especie de varita mágica para los gobernantes. "Lo estamos intentando", declaraba el ministro del Interior a EL PAÍS durante las pasadas elecciones presidenciales, al ser preguntado por la limpieza del escrutinio.

Ésta parece ser, en efecto, la línea política dictada desde las altas esferas de poder. "Nadie duda de la buena voluntad del entorno presidencial, pero la verdad concreta difiere bastante", manifiesta una joven descontenta por la falta de salidas que le ofrece su país. El analfabetismo, unos partidos anclados en el pasado y unos funcionarios incapaces de poner en práctica las reformas frenan cualquier avance en el terreno democrático.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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