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Hungría admite que 1956 fue un levantamiento popular

El partido comunista de Hungría (POSH) concluyó ayer un agitado debate de su comité central sin descalificar a su miembro Imre Poszgay, que recientemente calificó de "levantamiento popular" las protestas contra el régimen aplastadas por el Ejército soviético en 1956. Tras dos días de discusiones muy duras, la cúpula del partido adoptó una resolución en la que se acepta el término de levantamiento popular" para la primera fase de las protestas, pero se consideran los peligros de que éstas desembocaran en una contrarrevolución.

[El Pleno también decidió que la nueva Constitución del Estado adoptará el sistema político del pluripartidismo, según anunció el jefe del partido, Karoly Gorsz, en una entrevista televisiva que será difundida hoy, un extracto de la cual fue emitida anoche por la radio. "Nos hemos decidido por el pluripartidismo como sistema de Gobierno y no por el pluralismo dentro del Gobierno", dijo Groz. "El POSH", añadió, "toma esta decisión a iniciativa propia y no sólo la acepta, sino que la promocionará", informan Efe y France Press].En referencia a los sucesos de 1956, Grosz se pronunció en contra de calificaciones rotundas para fenómenos tan complejos, en lo que es una crítica a Poszgay, pero también a la versión oficial vigente durante más de 30 años. Grosz advirtió también sobre los peligros de desestabilización en un proceso tan rápido de reformas como el que vive hoy Hungría. "Puede haber orden sin reformas, pero no puede haber reformas sin orden", señaló el jefe del partido ante el pleno.

Se trata de una solución de compromiso para mantener la unidad del partido, pero es una gran victoria política de Imre Poszgay. Sus tesis no, han sido condenadas y él ha tomado la iniciativa política en las reformas y multiplicdo su prestigio en el país.

Desde 1956, aquellos trágicos acontecimientos han sido calificados de contrarrevolución instigada por "círculos imperialistas" y todo cuestionamiento de esta denominación era reprimido. Ahora, sentado el precedente de Poszgay, en Budapest se espera continúe la avalancha de exigencias de responsabilidades a las autoridades comunistas en los últimos cuarenta años.

Uno de estos puntos claves, según fuentes del partido comunista húngaro, es la revelación de las responsabilidades habidas en el año 1948, cuando se consumó la conversión de Hungría en una dictadura de un solo partido.

Reforzamiento de Poszgay

Imre Poszgay, actual ministro de Estado y miembro del buró político del POSH, que descalificó expresa y públicamente el término de "contrarevolución" para calificar el levantamiento de 1956, ha salido notablemente reforzado de la reunión del Comité Central. Poszgay es ya el gran líder político de una Hungría que camina a pasos agigantados hacia la consolidación de un Estado democrático pluralista y de derecho.

Desde ayer han quedado rotas, por tanto, en Hungría las barreras existentes desde 1956 para condenar el aplastamiento de un movimiento popular que se había pronunciado en favor de la neutralidad de Hungría y de la democratización del país. La reunión del Comité Central había sido adelantada ante la conmoción general que causaron hace dos semanas en el país unas declaraciones de Poszgay en Radio Budapest. En ellas el ministro de Estado descalificaba la versión oficial sobre aquellos acontecimientos históricos.

La recalificación de los hechos de 1956 es para la oposición húngara emergente, la prueba capital de la sinceridad del compromiso del partido comunista (POSH) con el proyecto de democratización del país.

Hungría es el primer país del Pacto de Varsovia que abandona así una versión incuestionable de hechos violentos que pusieron en peligro la hegemonía comunista en el país y fueron reprimidos por el aparato de seguridad y fuerzas soviéticas.

Esto tendrá sin duda grandes repercusiones sobre otros países de -la órbita soviética como Checoslovaquia, Polonia y -aunque a más largo plazo- la República Democrática Alemana. En estos tres países hubo levantamientos análogos contra sus respectivos regímenes. La preocupación del régimen checoslovaco por los sucesos de Hungría se ha manifestado en su insistencia en conocer el desarrollo de los debates del Pleno de Budapest.

En los próximos días, el jefe del partido comunista húngaro, Karoli Grosz viajará a Praga. La revisión histórica en Hungría y las crecientes diferencias ideológicas entre Budapest -vanguardia de las reformas democratizadoras- y la muy reticente Praga, que sigue decidida a usar la vía de la represión del movimiento democratizador, son el principal punto de la conflictiva agenda de trabajo de Grosz con el jefe del partido checoslovaco, Milos Jakes.

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