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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ayuda al éxodo

Leo con profunda atención el artículo aparecido en EL PAÍS el día 2 de enero de 1989, en el que,Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior

bajo el título La ayuda de España a la evasión de Marruecos a Israel fue constante y directa, aparecen unas declaraciones de Isser Hazel, antiguo jefe del Shin Beth y del Mossad israelíes.

Y digo que con profunda atención porque parte de lo por él narrado lo viví durante mi mandato como jefe del Gabinete Técnico y de Estudios de la Dirección General de Seguridad, desde 1958 a 1961. Por aquel entonces, y por haberse creado por mi gabinete una oficina de información en la primera planta del edificio de la dirección mencionada situado en la Puerta del Sol, recibí de mis superiores la orden siguiente:

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"Se va a producir una riada de judíos marroquíes dentro de pocas fechas. Nuestras órdenes consisten en lo siguiente: serán recibidos en la oficina de información. Allí se les indicará que deben presentarse en la Comisaría de Investigación Político-Social, donde, después de tomárseles declaración, se les proporcionará un billete de detenido (el que se proporciona al detenido que es escoltado por la Guardia Civil; a veces se proporciona por razones humanitarias a determinadas personas sin ese acompañamiento) Madrid-Barcelona y Barcelona-Port Bou, así como una ayuda económica. Se les indicará que en Cerbère (localidad francesa cercana a Port Bou) les recibirá un representante de la agencia judía, quien les remitirá a Marsella a fin de que embarquen para el Estado de Israel".

Es claro que mis superiores no me lo dijeron exactamente con las palabras que transcribo en el párrafo anterior. Mas su sentido era evidente. Choca, y mucho, con la afirmación de Hazel, que reza así: "No nos reunimos nunca con ningún funcionario español, un gobernador civil u otro representante del poder de Franco. Como no teníamos mucha elección, hicimos atravesar a los judíos la frontera marroquí española y esperar que hubiera suerte; pero he aquí que, para nuestro alivio, los policías y aduaneros nos dejaron actuar, sin problemas. La acogida era incluso calurosa".

Concedo que Hazel o ninguno de los agentes a sus órdenes tuviera ningún tipo de reunión de las que él menciona. ¿Pero no lo harían otros? De lo contrario, ¿cómo sabían mis superiores, y por su conducto yo, que el hecho iba a producirse y que debíamos encauzarlo en la forma descrita? Cierto que hubo espontaneidad en la acogida y que ésta fue calurosa. Póngase en el haber de los funcionarios que, aparte de cumplir con las órdenes recibidas, pusimos en su cumplimiento todo el calor humano que despierta en personas no insensibles la tragedia de tantos jóvenes sobrecogidos por el temor.

Observará usted que he subrayado lo de jóvenes. Veinticinco mil jóvenes (ni mujeres, ni niños, ni ancianos) en edad militar. De dos a tres divisiones. De entonces me viene la desazón. Señor Hazel, por favor, ¡diga toda la verdad si la sabe! ¿Por qué el Gobierno de Israel promovió, el marroquí aceptó y el español permitió ese éxodo?- Miguel Roure Linhoff.

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