La "sensibilidad española" presidirá la colección del Centro de Arte Reina Sofía
Picasso será el eje central de la exposición permanente
Tomás Llorens, de 51 años, director del Centro de Arte Reina Sofía desde el pasado mes de mayo, anuncia que Picasso va a ser el eje central de la exposición permanente del museo y que toda la unidad discursiva de esa colección va a estar en función de lo que él define como "sensibilidad española". Llorens opina que esa sensibilidad, entendida como nostalgia, ha sido la impulsora esencial del arte moderno y que se ha manifestado de manera esencialmente clara con el cubismo, de forma que será esta tendencia el punto de partida de una colección que podrá ser vista por el público a principios de 1990.
Tomás Llorens, profesor de estética, es el primer director del Centro de Arte Reina Sofía, abierto al público el 26 de mayo de 1986. Desde su nombramiento, el pasado mes de mayo, Llorens ha manifestado en repetidas ocasiones su interés porque Picasso estuviera debidamente representado en lo que será la colección permanente, a la vez que aseguraba un lugar de honor para los otros integrantes de la llamada vanguardia histórica española: Juan Gris, Joan Miró, Julio González y Salvador Dalí. Esta línea de actuación ha sido públicamente criticada por Rudi Fusch, director del Museo de Arte Moderno de La Haya y miembro de la comisión de expertos internacionales encargada de asesorar sobre museología. Fusch opina que si la colección arranca con los mencionados artistas, la exposición pecará de provinciana y temporal.Sin discrepancias
Llorens asegura que todas las decisiones están siendo tomadas conjuntamente entre la dirección y el patronato, que preside José Lladó, y que no se han producido discrepancias. Respecto a la comisión asesora, mantiene que se recogieron sus valoraciones al principio de los trabajos y que en breve se celebrará un nuevo encuentro. "La colección se encuentra en un momento de exploración, de estudio y de debate acerca de los criterios generales. En este momento, vamos a tomar algunas decisiones concretas. Las líneas generales que se han tomado han consistido en realizar algunas adquisiciones (obras de Miró, Oteiza), pero no es esto lo que ha ocupado la atención de los miembros del patronato. Ahora debatimos la propuesta para el conjunto de la colección y hay un grado de consenso alto sobre las líneas maestras. No obstante, hay que tener en cuenta que ésta no es una colección que se plantee ex novo. El centro es nuevo, pero no parte del vacío, sino de unas colecciones estatales existentes. El bloque más numeroso, aunque no necesariamente más significativo, es la colección del MEAC. El Estado tiene otras obras significativas importantes del arte del siglo XX. La colección del Centro de Arte Reina Sofía va a tratar de dar una unidad discursiva a todos estos fondos que están dispersos y que son propiedad de la Administración pública. En función de la unidad de ese discurso, trataremos de llenar las lagunas existentes".
Una de las líneas generales de la colección va a ser el carácter inequívocamente español de la misma. "La intención del discurso general es presentar el arte moderno desde la perspectiva de la cultura española, de la sensibilidad española y del gusto español. Lo que es innegable es que un dilema entre lo internacional y lo nacional no tiene sentido cuando se está hablando de arte del siglo XX. Este arte se ha desarrollado en escenarios internacionales y, al mismo tiempo, cada una de las manifestaciones importantes se ha dado en relación con una ruptura, una nostalgia o influencia que procede de una cultura materna (el término nacional es del siglo XIX)".
"El arte moderno", añade Llorens, "es resultado de la cultura urbana, de un gran cambio sociocultural, tal como lo vio Baudelaire. La cultura metropolitana tiene una dimensión de nostalgia, de ausencia, casi de amputación. Esa nostalgia, resultado de una amputación, se refiere a algo así como la comunidad materna. En algunos artistas esa nostalgia, uno de los motores impulsores esenciales del arte moderno, se manifiesta como una nostalgia por lo primitivo y está claramente en el cubismo, en las pinturas africanas o en el arte de los pueblos oceánicos. Esa aspiración a exaltar ciertos valores míticos o la valencia de lo mítico y lo sagrado, que se manifiestan de un modo abstracto, está presente en la pintura de Malevich o Mondria. Para los artistas españoles que han jugado un papel esencial en el desarrollo internacional del arte moderno, eso se ha manifestado como una nostalgia o una fidelidad a lo español, y no se puede entender la obra de Picasso, y concretamente el Guernica, más allá del acontecimiento de la guerra civil; no se explica su carga simbólica si no se tiene esa dimensión mítica, que para Picasso incluía lo español. Lo mismo se podría decir de la obra de Julio González, donde la presencia de la figura de la madre campesina es el tema central de toda su obra. En un registro distinto, no tanto iconográfico como en cuanto a sensibilidad, se produce en la obra de Juan Gris. Dalí entraría en el grupo de otro modo, porque sus reacciones ante lo español son muy distintas".
Tomás Llorens afirma que en les artistas de los años cincenta (Tápies, Millares, Saura) "existe ese sentimiento cultural de un modo explícito, tanto en sus imágenes como en su sensibilidad, e incluso en sus declaraciones expresas.".
Sin tiempo
La colección incluirá artistas internacionales y se nutrirá con los creadores actuales que ahora protagonizan las grandes exposiciones internacionales. Las posibles dificultades económicas para cubrir los huecos de la colección no resultan especialmente graves para Llorens. "En primer lugar, una colección es algo más que la suma de un grupo de cuadros comprados individualmente. Por otra parte, hay ya unos fondos. La colección es el sentido, el discurso que dan unidad a esas obras. El precio de las piezas, una a una, se vuelve una cuestión menos apremiante, menos crítica. El espíritu de una colección es el espíritu del museo. Eso se consigue con mucho tiempo".
El exilio del 'Guernica'
Aunque se pretende que Pablo Picasso sea el centro espiritual de la colección, se ha hablado mucho de las carencias que se sufren respecto a la obra del artista en las pinacotecas españolas. "Más que hablar de los Picasso del Reina Sofía, en estos momentos es mejor hablar de los Picasso de los que dispone el Estado que se podrían exponer en el Reina Sofía. En primer lugar está el Guernica, una obra capital que debería ser vista en el contexto de un discurso coherente que se refiere a la modernidad. El Guernica no puede presentarse descontextualizado. Es hacer un mal uso de ese mural seguir presentándole en esa situación de exilio y abandono fragmentario en el que se encuentran algunos cuadros importantes del siglo XX. ¿Complicaciones para traerlo? Todo proyecto implica decisiones importantes, y la realización de un museo nacional como éste requiere ese tipo de decisiones". Tomás Llorens añade que además de las colecciones del Estado cuenta con los Picasso del legado Douglas Cooper: una obra cubista importante y la escultura La dama oferente. En los fondos del Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC) hay varios Picasso menores. Entre las nuevas adquisiciones se ha comprado Bodegón con instrumento de música (1925) y La nadadora (1934). Al margen de posibles nuevas compras, Llorens espera una gran colaboración de la sociedad española, en la que asegura que hay muchos e importantes cuadros, y en la generosidad del Estado. "Pretendemos que el Centro de Arte Seina Sofía sea un museo cuyo interés crezca con los siglos y que llegue a ser tan querido por la sociedad como lo es actualmente el Prado. Sólo así se conseguirá la colaboración de los ciudadanos".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.