Reacción contra pronóstico
La liquidez ha vuelto a imponer sus criterios en los mercados de valores, sobre todo cuando se conoció el resulta do de la cesión temporal de letras del Tesoro a tres meses, ya que la repetición del tipo de interés de estos activos se tomó como una demostración de estabilidad para el precio del dinero. Los primeros tanteos del dinero tuvieron un doble efecto sobre los asistentes pues si sirvieron para encandilar nuevamente a los inversores más dinámicos, también obligaron a efectuar recompras apresuradas a los que habían vendido a crédito el día anterior, lo que multiplicó el efecto de las órdenes de compra.Una de las curiosidades que ofrece esta situación es el absoluto despiste institucional ante unos movimientos que, si bien se ajustan a los pronósticos, lo hacen con demasiada rapidez, dándole a este ejercicio unas dosis de inestabilidad mayores de lo previsto.
El reparto de las subidas fue muy desigual, incluso dentro de cada grupo, pero fue anulado por la fuerza de los recortes. Dentro de las bajas destacaron las de banca y comunicaciones, las primeras debidas a la constante presión del papel sobre el sector, y la segunda por el arbitraje entre mercados. El resto de los grupos acusó las incertidumbres y expectativas casi a partes iguales, y siempre dentro de un nivel de negocio que mostraba las reservas de los compradores.
Las posiciones al cierre apenas aclararon las dudas de los inversores, ya que los tanteos compradores se imponían en medio de numerosas dudas, al menos para aquellos que esperan datos más concretos sobre la evolución de los tipos de interés a medio plazo, y no sólo para las letras del Tesoro.
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