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América y el mundo, ante un esperanzador 1989

La evidencia me sugiere que 1989 tiene posibilidades de ser otro año favorable. La mitad de las autoridades de la Reserva Federal teme que nuestro crecimiento sea demasiado débil. La otra mitad teme que sea demasiado fuerte. Me inclino hacia el temor de que nuestra economía de empleo total crezca algo más de lo que habría de crecer si se produjera una racha continuada de buena suerte desde el punto de vista de la inflación.Ahora se retira Ronald Reagan. A nuestro nuevo presidente, George Bush, le falta ese atractivo de showman de Reagan en lo que a popularidad de masas se refiere. Sin embargo, Bush parece ser un político centrista competente, cuyos colaboradores carecen del carácter arriesgado en lo ideológico que poseían muchos de los inventores de la política económica de Reagan en 1981. Bush empieza en un momento afortunado. Japón y el bloque del Pacífico muestran un desarrollo floreciente. Alemania Occidental y Europa entran en 1989 con buen pie y perspectivas favorables.

Lo más importante de todo es el intento del presidente Gorbachov por templar la hostilidad de la guerra fría de la Unión Soviética y por realizar una reestructuración económica, alejándose de un socialismo ortodoxo e ineficiente, así como una renovación política de cara a una sociedad más abierta y democrática. La paz es beneficiosa para una prosperidad económica.

A pesar de que Estados Unidos ha conocido el empleo total en 1988, los aumentos salariales han sido moderados hasta ahora. Los ;abundantes suministros de petróleo han mantenido los precios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a la defensiva, un equilibrio afortunado para la subida inducida en los precios del grano el pasado verano. ¿No existe temor alguno por el futuro en mi predicción? Sí, hay varias cosas por las que preocuparse.

1. El enorme déficit presupuestario, consecuencia de la política económica de Reagan, y que, en mi opinión, no podrá resolver en gran medida el nuevo presidente. Bush impedirá que aumenten los impuestos. El Congreso impedirá que se recorten demasiado los gastos federales. Por tanto, el déficit continuará existiendo de un modo firme.

2. El déficit de la balanza de pagos estadounidense mejoró perceptiblemente gracias a una devaluación del dólar del 50%. en relación al yen y al marco. Pero el déficit comercial persiste en buena medida, y no creo que desaparezca en gran parte. Antes del final del mandato de cuatro años de Bush debo anunciar otro debilitamiento del dólar.

3. La Casa Blanca proyecta un aumento del desarrollo real del 3% en 1989. Sería más seguro augurar un 2% si queremos evitar una aceleración en la inflación, que probablemente daría lugar a un estancamiento de la Reserva Federal en lo que a la contracción de créditos se refiere y crearía una recesión en 1990.

4. El poder político de la cámara proteccionista fue reducido por la devaluación del dólar y avalado en su día por la fuerza de la personalidad del presidente Reagan. Bush tiene menos medios para resistir, pero, afortunadamente, la fiebre en favor de las cuotas y aranceles ha disminuido de momento en cierta medida.

5. Las deudas del Tercer Mundo, al igual que otras muchas deudas de nuestros bancos de crédito y ahorro, pasarán al capítulo de morosos a principios de los noventa. Si prevaleciera el capitalismo puro, ello supondría la depresión y el pánico a escala mundial. Nuestra economía mixta, a través del Banco Mundial, del FMI y los bancos centrales oficiales, creo que puede evitar la crisis que supondría precipitar una recesión global.

La década de los ochenta empezó con un estancamiento inflacionario crónico y con una política económica de Reagan demasiado segura. Tras una corta recesión por parte de Carter y una más larga por parte de Reagan, la Reserva Federal de Paul Volcker lanzó un largo período de recuperación para el mundo entero que durará mientras dure la década.

Tipos de interés

La baja tasa de interés en las cuentas de ahorro estadounidense ha sido exacerbada por el déficit presupuestario del empleo total de Reagan. Al llegar 1985, nuestro patrimonio como nación suministradora de créditos, elaborado entre 1914 y 1985, se había desvanecido por completo. Al final de la década, América se ha convertido en la nación con mayor déficit del mundo (sin una solución a la vista). Del mismo modo que la política económica de Reagan ha sido negativa para Estados Unidos, ha mantenido a flote la prosperidad de Europa el Pacífico. Estas regiones han desarrollado un poder autónomo que, a mi juicio, les permitirá hacer frente a la próxima recesión que pudiera surgir de Estado Unidos en la última década del siglo. Esto supone una ventaja importante. El mundo se enfrenta a un futuro más optimista en la próxima década en comparación con el que existía hace 10 años. Esto no se debe a que las ideología conservadoras de Ronald Reagan y Margaret Thatcher hayan con seguido los milagros que prometieron respecto a incentivos, eficiencia y desarrollo. La productividad de EE UU, al igual que la mundial, continúa decayendo, la economía, debilitándose.

Podemos sentirnos optimista porque las ideologías de izquierda y derecha aflojan hacia el centro. La lucha de clases, la inestabilidad política y el populismo peronista han sido los grande enemigos del progreso en el pasado. Sería un buen augurio que se atrofiasen más en el futuro.

Un importante error que ha que evitar es la creencia convencional de que el fracaso, durante el primer mandato de Bush, par resolver el doble déficit de Estados Unidos podría dar como resultado un duro aterrizaje económico (para nosotros y para el resto del mundo). Este diagnóstico es demasiado pesimista y no concuerda con la ciencia de la economía, tanto keynesian como neoclásica.

Traducción: Carmen Viamonte.

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