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La europeización de la banca española

Como se viene diciendo insistentemente, para la banca española Europa no es una opción, sino en muchos casos una necesidad. Desde luego, esta afirmación requiere de una previa vocación, pero es incuestionable que el hecho de al menos una aproximación creciente a la unidad europea aumentará la tensión competitiva en la oferta financiera dirigida al mercado español. Y es que alrededor de esta nueva configuración se producirán -ya se están produciendo- varios fenómenos que afectarán al negocio financiero dentro de nuestro país.Por una parte, seguirá produciéndose una mayor presión -ya es muy importante- en el segmento de banca al por mayor en el más amplio sentido. No sólo en el de banca corporativa o de grandes empresas, sino también en el de mercados monetarios y de capitales y en el de servicios puros a las empresas, catalogables como de merchant banking, donde se encuentran bancos y entidades nacionales y bancos e instituciones extranjeras más o menos especializadas. España es un mercado muy apetecible, de alto potencia¡ de crecimiento en lo existente, en el consumo de nuevos productos y en las consecuencias de las nuevas formulaciones, como la ley del Mercado de Valores o de Pensiones.

Márgenes suficientes

Aunque en la banca comercial (particulares y PYME) siempre se habla de barreras de hecho para la banca extranjera, por precisar de tupidas redes de distribución, es una simplificación del problema. Hasta ahora se ha contado en estos segmentos con unos márgenes financieros suficientes como para sostener los costes operativos inherentes a las citadas redes. La inevitable reducción de tal margen -paralela a una liberalización de coeficientes legales- por mor de una creciente transparencia (no debe interpretarse que la relativa intransparencia histórica en la formación de los precios sea obra de la propia banca) no podrá compensarse con el cobro de servicios clásicos, también muy competidos, con la racionalización de las redes ni con la saturación de éstas vendiendo todo tipo de activos.

Y es que Europa no sólo presionará sobre nosotros de forma directa y aquí, sino desde origen, vendiendo ciertos seguros, créditos hipotecarios y al consumo producidos, por ejemplo, en Alemania y bajo legislación germana. Y sobre todo presionará vendiendo transparencia, desvelando alternativas, estructuras; mentalidad, en suma.

Europa, pues, será en muchos casos una necesidad para compensar tales deméritos en el negocio doméstico. Claro que Europa no es uniforme. Diríamos que ciertos países mediterráneos ofrecen hoy techos aún altos en materia de crecimiento de algunas clases de activos a precios y márgenes interesantes y que, como en nuestro caso, están condenados a reducirse en el tiempo. Sólo que con una diferencia: cuando la banca se europeíza, se diversifica y engrandece su horizonte.

El dónde es importante para este proceso, así como el en qué y el cimo. El cuándo parece que ya ha llegado, si bien no tiene sentido planteárnoslo con independencia de los otros tres parámetros.

Son muchas las variables para elegir el dónde. Algunas acaban de citarse. Otras, lógicamente, tienen que ver con la previsión sobre la economía del país analizado, con su regulación, oportunidades, etcétera. Pero acaso es el parámetro en qué el que define y condiciona todo lo demás.

Hacer banca europea

En principio, hay unas vías de partida para estar en los circuitos financieros de las grandes empresas internacionales: el comercio exterior de éstas con España para cerrar cada operación en la otra cara (el otro país, origen o destino), y la relación financiera con sus filiales españolas. Así puede afirmarse más la banca española en el mercado de la peseta de los grandes centros financieros europeos y, sobre todo, participar en la tesorería de las citadas empresas, concepto que es, a la postre, la clave del negocio de banca corporativa. Y del que pueden derivarse posibilidades de actuación en los mercados monetarios y de capitales internacionales, no ya sólo en base a operaciones puras tesoreras, sino a clientes, emisores europeos.

Pero esto no basta, por supuesto, para definir el en qué. En términos generales cabría aventurar que un cierto posicionamiento en entes internacionales que participan en empresas industriales y de servicios de cierta envergadura y sectores adecuados puede complementar las vías anteriores, siempre que, aun en minoría, se tenga cierta capacidad de influencia en los foros de decisión de los citados entes.

Éste es el tipo de empresas que en el futuro serán verdaderos conglomerados tal como se comentaba en el anterior capítulo, Banca e industria. También cabe pensar en el control -en solitario o pactado- de complejos financieros, centrados, por ejemplo, en redes de productos financieros (seguros vida). o en lo parabancario al por mayor (leasing, factoring), o en gestión de fondos siempre que se cuente con los instrumentos para una actuación directa en las bolsas europeas.

Ahora bien, entrando ya en el cómo se ha de ser consciente de las limitaciones propias para manejar tales vías. Limitaciones derivadas, por ejemplo, de aquella cultura a que nos referíamos en el primer artículo de esta serie, dedicado a los nuevos escenarios. Pero además conviene afrontar tan importantes inversiones, todas en capital fijo, a costa de otras análogas existentes en el balance, por ejemplo, posiciones en ciertas entidades o en empresas industriales españolas. He aquí la oportunidad de una presencia adecuada de la banca en empresas españolas del ámbito de la economía real y financiera. Es decir, la disposición de una moneda de canje en lugar del pago en efectivo, como medida cautelar, que de paso puede suscitar una mayor apetencia entre los posibles vendedores de los instrumentos europeos que se pretendan.

La oportunidad europea

Europa, vista así , no es sólo una opción, ni una necesidad, sino una oportunidad. Oportunidad para diluir riesgos y apuestas entre países, y para asimilar sin problemas el inevitable cambio de una banca que vende dinero a otra que vende servicios. Lo que sólo cabe hacerse rentablemente a través de una multiplicación fenomenal del número, tamaño y diversidad de las operaciones en que de una u otra forma interviene la banca.

Resumen del artículo La europeización de la banca española:

"Una aproximación al concepto de unidad europea suscita la idea de que, en lo financiero, Europa es no ya una opción, ni aun una necesidad, sino una oportunidad para la banca española que se sienta con vocación. Ha de compensarse la presión de la oferta europea sobre España con una actuación de nuestra banca en Europa, no sólo como consecuencia de las relaciones derivadas de nuestro comercio exterior, sino con planteamientos genuinos en los países y empresas objetivo".

Javier Gúrpide es consejero delegado del Banco Bilbao Vizcaya.

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