Fuego sin llama

La última película realizada por Richard Marquand, fallecido el 4 de septiembre de 1987, es Corazones de fuego, un filme que narra el nacimiento de una estrella femenina de rock. La película tiene como principal mérito el interés que despierta su reparto y aviva la curiosidad por cerrar la filmografía del director de El ojo de la agujaPero las expectativas que las circunstancias anteriormente mencionadas crean se diluyen tras la visión de esta realización vulgar y aburrida. El cineasta galés nunca destacó por su genialidad aunque el éxito de su anterior título citado hizo que George Lucas le encomendara la dirección de El retorno del Jedi.

El legado, El nacimiento de los Beatles, Un amante francés y Al filo de la sospecha, sus otros filmes, definen a Marquand como un cineasta convencional que intentaba ser funcional, para lo que solía recurrir a su experiencia televisiva. Sólo en El ojo de la aguja elevó sus limitaciones artesanales.

Corazones de fuego, con más pena que gloria, une en su acción a un más que maduro y desengañado viejo ídolo del rock, Bob Dylan, a una prometedora futura estrella del mismo, Fiona, y a una joven figura británica de dicha música, que se halla en la cúspide, papel que interpreta Rupert Everet, el actor que alcanzó la fama por su intervención en Another country .

La previsible intriga argumental en ningún momento eleva su curva, le interés, y su emotividad insulsar, está lastrada por canciones y actuaciones de poca calidad y filmadas sin ninguna brillantez. Everet cae en una interpretación tópica, Dylan es una mezcla de ser impávido y anodino, y as pocas dotes de Fiona sólo están paliadas por su mirada en algunos primeros planos.