Los estragos de la guardia
La enfermedad de Hirohito ha causado ya la muerte de dos periodistas
Talchi Nakajima es uno más entre el millar de periodistas, fotógrafos y técnicos japoneses que cubren los turnos de guardia permanente que los medios de comunicación tienen montados ante el Palacio Imperial, velando la enfermedad del emperador Hirohito, afectado de un cáncer de páncreas desde el pasado 19 de septiembre.
Es casi la puesta del sol. Nakajima, periodista de la cadena de televisión pública japonesa NHK, va abrigado con una sólida gabardina, guantes y bufanda, en espera de la caída de la temperatura."Somos uno de los equipos que tenemos por misión controlar el acceso a esa entrada principal", explica el reportero junto a dos cámaras.
A su lado, otros periodistas de cadenas de televisiones privadas vigilan por si llega alguna personalidad destacada entre los últimos visitantes de la tarde que acuden a depositar sus firmas en los libros colocados en el Palacio Imperial, para hacer votos por la recuperación de un emperador afectado por una enfermedad terminal.
Los boletines médicos, así como los informes de la Prensa, se limitan a dar partes escuetos sobre el estado de la temperatura, el pulso, las palpitaciones o, eventualmente, las hemorragias y consecuentes transfusiones sanguíneas, que se elevan a más de 23 litros desde el 19 de septiembre. La terminología habitual es: "El emperador permanece estable".
Bajo el sol o la lluvia, de día o de noche, los periodistas se turnan para no perderse, llegado el momento, la foto histórica, que mostrará la caravana de automóviles oficiales en los que viaje el príncipe regente Akihito o las personalidades del Gobierno en el momento del fatal desenlace.
'Día X'
Como el día X (ekkusu-dei) ha sido bautizada la fecha en que se producirá la desaparición del último superviviente entre los principales protagonistas de la II Guerra Mundial, el emperador de Japón Hirohito.Bajo las tiendas de lona, con televisores portátiles, decenas de teléfonos y un enjambre de hilos que conectan las cámaras a unos 20 vehículos móviles, los periodistas, fotógrafos y técnicos se preparan a afrontar los rigores del invierno y la llegada de las primeras nieves al área de Tokio.
Dos periodistas que estaban asignados a la vigilancia imperial han sido ya víctimas mortales por fallos cardíacos, debido al estrés de la misión informativa.
Los corresponsales acreditados permanentemente en la Casa Imperial están en el interior de uno de los edificios del palacio, donde se mantiene la tupida cortina del crisantemo, en alusión a la carencia de información sobre las causas de la enfermedad del emperador del trono del crisantemo.
Tiene que respetar las reglas de oro de la discreción en un mundo informativo vedado a cualquiera que no forme parte del club de periodistas acreditados ante Palacio. Algo análogo a lo que ocurre en otros organismos oficiales o ministerios, en unas normas de conducta que ningún miembro romperá, a riesgo de ser expulsado del clan que forma en Japón cada club de periodistas.
El tratamiento informativo del tema imperial se mantiene en Japón bajo estricto control, sin que ningún gran medio de difusión japonés haya publicado el equipo de aparatos médicos que ayudan a mantener con vida a Hirohito o las normas distribuidas por el Gobierno sobre cómo se desarrollará el día X, cuando se decreten dos días de luto oficial, se inicien las ceremonias de transmisión de poderes imperiales o se preparen los funerales de Estado. Para la Prensa japonesa, la enfermedad de Hirohito continúa siendo una especie de misterio, a pesar de la guardia permanente que un millar de profesionales montan día a día frente a Palacio.
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