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El Vaticano recrimina a los peregrinos catalanes los silbidos dirigidos a Juan Pablo II

Francesc Valls

Una fotografía de grupo de 3.000 catalanes -entre ellos Jordi Pujol- ante la basílica de San Pedro y el despliegue de una senyera de 100 metros en San Pablo Extramuros pusieron ayer fin a la peregrinación a Roma con motivo del milenario de Cataluña. El Papa les había recibido horas antes en audiencia pública y, aunque pronunció algunas palabras en castellano, no hubo silbidos por parte de los catalanes asistentes como sucedió en la hora del Ángelus del pasado domingo.Pere Tena, vicesecretario de la Congregación para el Culto Divino, les había advertido, antecediendo a la intervención del Pontifice: "Debemos escuchar con silencio y respeto al Papa cuando hable en otra lengua que le es más fácil; lo escucharemos cuando hable en catalán y también cuando lo haga en castellano; ayer [por el domingo] desde el balcón se oyeron cosas que no han gustado mucho".

El aula de audiencias efectivamente guardó silencio y vivió momentos de entusiasmo cuando Juan Pablo II se sentó en el sillón, a la derecha de una imagen de la virgen de Montserrat que presidió los actos. Las banderas catalanas eran batidas con fuerza, mientras se daban vivas al Papa y a Cataluña. En la mesa de ofrendas, el vicepresidente del FC Barcelona, Joan Gaspar, había colocado un balón de fútbol con los colores blaugrana y firmado por todo el equipo.

En primera fila, el presidente de la Generalitat -que ayer firmó numerosísimos autógrafos- se sentaba al lado de su esposa, Marta Ferrusola. Mas allá, el presidente del Parlamento de Cataluña, Joaquim Xicoy, y una nutrida representación de consellers, diputados de CIU y altos cargos de la Administración catalana. En la presidencia del acto se encontraban los obispos catalanes, que ayer se vieron acompañados por el cardenal Antonio Javierre. Mientras los peregrinos se apiñaban bajo la columnata de Bernini, para entrar al aula de audiencias, comenzaron a cantar Els segadors.

El primer orador en intervenir fue el historiador y concejal de CiU del Ayuntamiento de Barcelona Josep Maria Ainaud de Lasarte. Luego, Pere Tena glosó la figura del Papa.

El cardenal arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany, destacó la aportación del cristianismo -aparte de otros factores- en la construcción y consolidación de Cataluña. Jubany pidió que se aceleraran los procesos de beatificación de Torras i Bages, que fue obispo de Vic, y Pere Tarrés, sacerdote y médico barcelonés, tras lo cual el Papa habló por los micrófonos.

Los castellers de Vilafranca levantaron, una vez hubieron terminado todos los oradores, un pilar de cinq (torre humana de cinco pisos).

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