El Ejército argentino se niega a reprimir a los rebeldes
El presidente Raúl Alfonsín, que reasumió ayer la jefatura del Estado tras regresar apresuradamente de su viaje a México y EE UU, se enfrentaba anoche a una de las peores crisis militares del país desde el retorno a la democracia hace cinco años, al negarse el Ejército a reprimir a los sublevados que mantienen un foco rebelde a escasos kilómetros de Buenos Aires desde la madrugada del viernes. El general Dante Caridi, jefe de Estado Mayor, no cumplió la orden terminante de "acabar de inmediato" con el foco rebelde que lidera el coronel Mohamed Alí Seineldín, de 54 años, impartida por Alfonsín poco después de su regreso al país.
Mientras los nueve generales con mando de tropa en el país se reunían con Caridi para discutir las órdenes de Alfonsín, el coronel rebelde y unos 400 hombres bajo su mando se trasladaron con carros de combate y otros vehículos militares al Regimiento 601, de Villa Martelli, distante unos 20 kilómetros al oeste de Buenos Aires, donde se atrincheraron. El comandante del regimiento, que sirve de sede a los arsenales del Ejército y está ubicado en una zona densamente poblada, se había unido horas antes a la sublevación.La reunión de los nueve generales con Caridi se prolongó por cuatro horas. Más tarde, los oficiales le informaron al presidenteque "no estaban en condiciones de reprimir" a los sublevados, debido a que, según dijeron, en tal caso no serían obedecidos por los oficiales y la tropa.
Alfonsín dirigió mas tarde un breve mensa e al país por cadena nacional de radio y televisión en el que aseguró que "no está en peligro el sistema institucional". El presidente dijo que los jefes de Estado Mayor habían comprometido su lealtad con la Constitución y, en su condición de comandante en jefe de las fuerzas armadas, "impartió las instrucciones" para el restablecimiento pleno de la disciplina militar.
Alfonsín leyó su mensaje en menos de cinco minutos y calificó el intento sedicioso de "minúsculo y absurdo". Pero luego dijo estar "dispuesto y abierto" a escuchar y atender los problemas "dentro de la legalidad", aunque aclaró que su actitud no debía entenderse como un "signo de debilidad".
Los diputados y senadores permanecían reunidos en asamblea legislativa y los líderes de todos los partidos políticos convocaron al pueblo para que se concentre frente al edificio del Congreso. El cuerpo de granaderos a caballo, encargado de la custodia presidencial, ocupó posiciones de combate en la Casa Rosada, la sede del Gobierno. Los soldados, montaron ametralladoras y un helicóptero descendió en la terraza del edificio.
Seineldín, que recibió refuerzos, le hombres y armas al trasladarse de regimiento, ratificó su decisión de "combatir hasta el fin". El traslado de las tropas rebeldes desde la Escuela de Infantería a Villa Martelli, a unos 10 kilómetros de la guarnición de Campo de Mayo, se produjo a media tarde. Seineldín viajó en un automóvil, mientras el viaje de las tropas armadas no fue interrumpido ni por la policía ni por las fuerzas regulares del Ejérvito. Una tanqueta con desperfectos mecánicos fue abandonada en el camino y los cuatro suboficiales que viajaban en ella secuestraron un autobús urbano para que les condujera hasta el cuartel.
La unidad militar se encuentra en medio de un barrio res¡dencial y algunos vecinos que se acercaron para insultar a los sublevados, intentar detener su desplazamiento y lanzarles piedras, fueron alejados por la policia.
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