Calculo comercial
No es facil repetir La guerra de las galaxias, por muy George Lucas que se sea. Hay cosas irrepetibles y una de ellas es aquel divertido western galáctico, que hace unos años divirtió con buenas armas a medio planeta.Si se mira con algo de malicia este nuevo invento espectacular de Lucas, se ve a La guerra de las galaxias por todos los lados. El esquema de producción es muy, similar y el reparto de las emociones de la aventura responde al mismo modelo allí en estado de gracia. Con una diferencia: lo que en aquel era eso, gracia y frescura, en este es química y rebuscamiento.
Por otro lado, el argumento, original del propio productor George Lucas, resulta que no es; tan original como parece, pues si se le mira de soslayo recuerda alarmantemente al de Blancanieves y los siete enanitos, con todas las distancias y todas las diferencias imaginables entre uno 31 otro.
Willow
Dirección: Ron Howard. Guión: Bob Dolman, sobre un argumento de George Lucas. Fotografía: Adrian Biddle. Música: James Horner. Producción: George Lucas. Estados Unidos, 1988. Intérpretes: Val Kilmer, Joarme Whaley, Warwick Davis, Jean Marsh, Patricia Hayes. Estreno en Madrid: cines Conde Duque, Imperial, Lido y Vaguada 2.
El doble refrito -por un lado de sí mismo y por otro del viejo cuento infantil- hace que el argumentista Lucas caiga en una duplicidad muy cercana al desdoblamiento y a la falta de unidad de su relato, que luego el guión de Bob Dolman, combine e intente camuflar esa doblez, no sabe o no puede engarzar en un relato unitario.
No obstante se adivina la jugada, muy sagaz, de Lucas al embarcarse en ese peligroso desdoblamiento de la historia de Willow: con el lado argumental de las aventuras del guerrero Madmartigan, Lucas lanza un anzuelo infantil al público adulto, mientras que con el otro lado, el de la historia de amor del enanito Willow, lanza un anzuelo adulto al público infantil.
Mas o menos era este el cálculo de La guerra de las galaxias, pero con la diferencia de que allí no era evidente, mientras que aquí canta en el peor sentido de la palabra.
Lo malo de esto es que las trampas siempre acaban notándose. Willow, que fue concebido para arrasar en los mercados del cine internacional como un Indiana Jones, se está quedando muy por debajo de las cotas de popularidad alcanzadas por aquél.
Carcajada ínvoluntaria
La película entretiene hasta cierto punto, pero está tan sobrecargada de efectos, de espectacularidad y de trucos ópticos , que se neutralizan recíprocamente y, sobre todo en la traca de la batalla y la gran pelea final, se acercan a la peligrosa linde de la carcajada involuntaria o malintencionada, es decir al ridículo.Willow, como estímulo emocional, como aventura, va de más a menos, y esto no beneficia a un filme de esta especie, donde el final es lo que manda y, por consiguiente, lo que se recuerda a la hora de contarlo al vecino: ese boca a oído que es el cauce del reguero de pólvora que buscan encender los filmes de fantasía y de produción de lujo.
Se estrenó Willow en Cannes y esto le perjudicó. Allí, provocó malas risas y algún que otro bostezo audible, cuando una película sin otras pretensiones que la del puro entretenimiento se agradece en los festivales del cine, que por lo general suelen estar demasiado inclinados al reparto de aburrimiento en latas.
Babelia
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