Del quiosco a la librería
P. S. En el 13º aniversario de la fundación de La sonrisa vertical, colección pionera en erotismo creada por Tusquets, en España parece anunciarse una cierta moda de literatura erótica, ya sea porque lo pide el lector, ya porque la industria apuesta por ello. Al fin de cuentas, dice Beatriz de Moura, editora de Tusquets, el de La sonrisa es un público que se ha estabilizado en torno a los 5.000 ejemplares de venta por título y año, una cifra apetecible en España.
Todos los consultados coinciden en la explicación más previsible: tras una censura de cuatro décadas, primero se produjo la muy sobada ola-de-pornografía, que se manifestó sobre todo en los quioscos y en el cine local. Ahora, dicen, le ha llegado el turno al erotismo. En los últimos meses algunos libros han roto las fronteras del gueto de los aficionados y han llegado a las grandes tiradas, todo lo grandes que pueden ser en España.
Amorrada al piló (Columna), traducida al castellano como El escote (Seix Barral), ha vendido en catalán 40.000 ejemplares, según fuentes editoriales, y ha sido llevada al cine. Un éxito que ha incitado a la autora, María Jaén, a intentar un segundo golpe con Sauna. Con mayores pretensiones literarias se publicó este año En brazos de la mujer madura (Seix Barral), del húngaro emigrado Stephen Vizinczey: el clásico relato de la educación sentimental de un adolescente húngaro durante los años que abrazan la última guerra mundial. Y el Elogio de la madrastra, de Vargas Llosa, sobre el mismo motivo. La editorial Alcor ha sacado de golpe varios títulos de calidad irregular en La fuente de jade, nueva colección de narrativa erótica -entre otros La vida sexual de Robinsón Crusoe, de Michel Gall-, y en Cataluña, Portic edita la colección La piga de la viuda reposada.
Babelia
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