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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las declaraciones de Felipe González

Me soprende que ningún medio de comunicación haya hecho el más mínimo comentario sobre la opinión vertida por Felipe González a raíz del último atentado de ETA en Madrid. A preguntas de un informador, el presidente del Gobierno dijo textualmente: "Son unos malnacidos y no tienen derecho a nada".Es comprensible y deseable la actitud de tajante rechazo ante una acción sangrienta de quienes tratan de imponer por el terror su demencial lógica militar y maniquea, pero sería también exigible a un presidente de Gobierno un mínimo de reflexión al emitir un juicio. Dejemos sin comentario lo de "malnacidos". Más preocupante es la afirmación de que los terroristas no tienen derechos. Se equivoca el señor presidente, o quizá, lo que es más grave, le traicionó el subconsciente: señor González, también los terroristas tienen derecho a un juicio justo, y a la presunción de inocencia, y a no sufrir torturas ni trato degradante, y a la vida, y... a lo mismo que los demás ciudadanos que pagamos nuestros impuestos y que tratamos de imponer nuestros argumentos por la palabra y la lógica de la razón sin recurrir a la violencia. Sí, señor presidente, también los terroristas tienen esos derechos, por mucho que ellos conculquen los de los demás, por mucho que en su disparatada lógica militar encuentren vagas justificaciones para descerebrar niños y asesinar trabajadores inocentes.

Ése es precisamente el reto, ésa es la "difícil y hermosa tarea de la democracia" (son sus propias palabras en octubre de 1982, pero, claro, ya no se acuerda: lleva, como Teseo en el Hades, demasiado tiempo sentado sobre la silla del olvido): vencer desde la democracia y la legalidad a los que atentan contra ella, atraerlos a la democracia sin salirnos nunca de ella, ser intachablemente justos con los injustos. Es lo que durante años repite monseñor Setién incansablemente ante la incomprensión y las críticas interesadas: la auténtica paz, el entendimiento solidario, la verdadera democracia sólo pueden construirse sobre la base de la justicia y del respeto escrupuloso de los derechos de todo ciudadano, incluso del que mata.

Los millones de Revilla pueden haber dado como fruto una cosecha de muerte y dolor sobrehumano, pero las raíces están abonadas por el ministro Barrionuevo cuando justificaba que a los detenidos se les interrogara con una bolsa de plástico en la cabeza impidiéndoles respirar, cuando el ministro Corcuera alienta a la policía a la ilegalidad, cuando el Gobierno interfiere la acción de la justicia, cuando el presidente del Gobierno, al calor de los acontecimientos, parece dispuesto a negar derechos a los terroristas.

No nos engañemos: detener, juzgar y encarcelar a toda la cúpula de ETA no supone más que podar las ramas gordas (y es preciso hacerlo), pero, si queremos que el irracional tronco social de ETA no reverdezca y vuelva a dar frutos tan amargos como los de Hipercor, Zaragoza o Madrid, es preciso secar las raíces. La policía nunca fue buena jardinera, y este Gobierno tampoco.-

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