Asignatura pendiente

HOY TOMA posesión como presidente de México Carlos Salinas de Gortari, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), vencedor en unas disputadas elecciones el 6 de julio último. En aquellos comicios se comprobó cómo el poder del partido casi único se tambaleaba ante dos fuerzas políticas de signo distinto: una, el Frente Democrático Nacional (FDN), surgida a última hora bajo la bandera de un populismo de izquierda; otra, el Partido de Acción Nacional (PAN), una coalición conservadora. Tal fue el alcance del reto electoral, que no sólo la sombra de fraude se cernió más que nunca sobre estos comicios, sino que es muy posible que el sistema político mexicano haya resultado trastocado para siempre.La primera responsabilidad del nuevo presidente será la de sacar a México de la postración en que le han sumido décadas de mala administración, corrupción y ocupación del Estado por un partido. En el envite arriesga la hegemonía política del PRI, largamente puesta en causa. Los derrotados líderes del PAN y del FDN se encargarán de recordárselo hoy en el Congreso. Con todo, en un momento extremadamente delicado de la historia de aquel gran país, Salinas tiene derecho a un margen de confianza que le permita lanzar el programa de reformas políticas y económicas descrito por él mismo en un artículo que publica hoy en estas páginas.

El Gobierno español ha decidido enviar a la toma de posesión a un político de características muy similares a las de Salinas: el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga. Ello indica la sensibilidad del Ejecutivo ante los aspectos económicos, muy especialmente ante el de la deuda externa, sobre el que prepara una propuesta a nivel europeo. Sin embargo, cabe preguntarse si no hubiera sido mejor una representación de superior rango, toda vez que el nuevo mandatario seguirá siendo presidente de México en 1992, fecha que España pretende trascendental y para cuya celebración tendrá que contar con la buena voluntad de todos los países latinoamericanos.