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Los productores franceses temen el colapso del cine europeo

La industria de Hollywood adquiere: cada día más espectadores en Francia

Los franceses también prefieren el cine norteamericano. Las estadísticas se inclinaron por primera vez en 1987 a favor de Hollywood y los franceses que habían visto películas norteamericanas superaron -43% frente a 35,5%- a los que habían elegido producciones de su país. Con un público que durante años ha mostrado una gran fidelidad hacia su cine, el fenómeno se vive en la industria gala con tal angustia que los productores aseguran que si no hay una reacción conjunta de la Europa comunitaria el cine europeo habrá muerto en 1992.

Daniel Toscan du Plantier, 47 años, uno de los productores más importantes de la industria francesa, actual presidente de Unifrance, se lamenta de que 1987 haya sido un mal año para el cine francés, ya que las producciones norteamericanas están ganando la batalla. "Si el cine francés, italiano o español no ha muerto es porque el Estado se ha convertido en árbitro a través de las subvenciones anticipadas. Es urgente crear una estructura financiera europea que permita el desarrollo de las cinematografías de cada país. Esto es muy importante porque se corre el riesgo de intentar unificar las cinematografías lo que sería un paso en falso ya que cada país tiene sus propios gustos".Alain Boismery, delegado general de Unifrance, considera que la situación es tan dramática que, aunque no haya soluciones milagrosas, "la única salida es en actuar muy rápido porque, si no, en 1992 el cine europeo habrá muerto".

La producción francesa, aun siendo muysuperior a la española -España se ruedan anualmente unas cincuenta películas-, ha sufrido un fuerte descenso en los últimos años. Mientras que en 1984 se realizaron 170 filmes que fueron vistos por 190 millones de espectadores, el pasado año se filmaron 133 películas que flieron vistas por 135 millones de espectadores.

Fenómeno general

El descenso de películas y de espectadores en sala es explicado por Daniel Toscan du Plantier como un fenómeno general, producto de la transformación de los gustos de la gente a la hora de ocupar su tiempo de ocio. Añade este productor francés que, en Francia, un día fuerte para la taquilla sigue siendo el viernes, debido a que las familias no salen de la ciudad a su segunda casa en el campo hasta el sábado, porque los escolares franceses todavía asisten a clase los sábados por la mañana. El sistema de enseñanza va a cambiar en breve, de forma que no habrá clases los sábados y las familias se marcharán al campo el viernes por la tarde, dejando las salas de cine vacías.Toscan du Plantier asegura que, en términos generales, las películas francesas no pierden dinero, y es casi impensable que un filme no logre devolver el dinero adelantado sobre la taquilla, pero que para que la industria se recupere es necesario lograr un mercado exterior fuerte.

En 1986, Francia vendió al exterior 40 películas -siete de ellas a España-, casi todas a países de la CE, por las que recaudó 375 millones de francos (unos 7.500 millones de pesetase). "Nuestra única solución sería lograr hacer al año tres o cuatro grandes producciones capaces de copar la tención de los cinéfilos franceses y del resto de Europa. Nunca intentaremos hacer cosas como Quién mató a Roger Rabbit porque no forman parte de nuestra cultura y porque seguiremos haciendo obras, nunca productos. Esa es la diferencia".

La dificultad para hacer estas grandes producciones parece estar, básicamente, en el dinero. Las ayudas estatales a la producción cinematográfica no parecen despertar la imaginación de los artistas con la misma intensidad que el riesgo a perder dinero. Aunque el representante de Unifrance asegura que los productores de su país arriesgan su dinero, lo cierto es que el colchón de las ayudas oficiales y televisivas es una garantía de que no haya un gran descalabro económico.

El sistema de fomento del cine francés se basa en el adelanto sobre la taquilla, que se puede conceder a la vista del guión o sobre la película rodada. Una comisión formada por ocho personas, designadas por el ministro de Cultura entre candidatos propuestos por las asociaciones cinematográficas, se encarga, durante un máximo de dos años, de conceder esos adelantos. Cuando la comisión recibe una solicitud se reúne el director del Centro Nacional de la Cinematograria con otros tres miembros de la comisión y decide la cantidad que se le concede. El productor tiene la obligación de devolver (sin intereses) todo el dinero que ha recibido al Estado.

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