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El desaire a Arafat enfrenta a EE UU con sus aliados europeos y el mundo árabe

Francisco G. Basterra

La negativa de Estados Unidos a permitir la entrada en el país a Yasir Arafat para acudir a la ONU enfrenta a la Administración de Reagan, ya en su ocaso, con el mundo árabe y los aliados europeos y presagia tiempos difíciles en Oriente Próximo para la presidencia de George Bush. Margaret Thatcher, en su viaje de hace unos días a Washington, pidió a Reagan que adoptara una actitud más constructiva hacia el cambio de política sancionado por la OLP en la reunión de Argel.

Otros líderes europeos y árabes han insistido en el mismo sentido. Sólo Israel y el Congreso norteamericano aplauden la decisión del secretario de Estado, George Shultz, de negar el visado al líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) para viajar a Nueva York y dirigirse a la Asamblea General de las Naciones Unidas.Pero esto ya es suficiente. La política exterior norteamericana es determinada por esos dos polos. Shultz, con la opinión en contra de algunos de sus principales asesores, incluidos los expertos en el mundo árabe, ha adoptado la decisión política final amparándose en la defensa de la política antiterrorista de la Administración. El secretario de Estado, que tenía razones legales para aprobar y también para denegar el visado, ha alegado que Arafat, continúa asociado con el terrorismo, que la OLP ha ejercido contra norteamericanos, y que la causa palestina está aún condicionada por el terrorismo.

[El portavoz oficial de la OLP calificó, en Túnez, de "falaces" los argumentos utilizados por Washington y agregó que la decisión norteamericana iba en contra de las Naciones Unidas, de la legalidad internacional y "del pueblo árabe", informa Efel.

La decisión es "muy desafortunada y señala que la moderación es costosa y no es apreciada por la administración norteamericana", afirmó ayer el representante de la Liga Arabe ante la ONU, Clovis Maskoud. El embajador dijo que los países árabes pedirán que el debate sobre Palestina, que debía abrirse esta semana en Nueva York, sea trasladado a la sede de la ONU en Ginebra.

Diplomáticos árabes en Washington calificaron la decisión de "tragedia" y una frustración para los países árabes moderados a quien Shultz había pedido que urgieran a los palestinos para obtener de ellos flexibilidad y cooperación. Israel y el poderoso lobby judío en EE UU aplaudieron ayer sin reservas la decisión de Shultz, que había recibido una carta de 51 senadores pidiéndole que denegara el visado a Arafat.

Sentido común

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