El pasado día 11
de noviembre, nuestro inefable Gobierno decidió seguir aplicando su archiconocida política del cambio y, dando marcha atrás sin ningún rubor (y van ... ), vuelve a convertir el día 5 de diciembre en laborable.No vamos a entrar ahora en nuevas discusiones sobre la oportunidad de estos cambios, la tradición popular de una fiesta o la falta de tradición de otra. Respetamos los sentimientos y tradiciones cristianos y nos parece perfecto que por parte de la jerarquía eclesiásticas se quiera mantener la festividad de la Inmaculada no sólo en el espíritu, sino también en la práctica. Si el Gobierno era consciente de las protestas que su decisión de cambiar esta festividad iba a originar, no debió cambiar nunca de fecha la celebración. Y, si no lo era..., entonces es que son unos inconscientes.
¿Qué ha pasado ahora? Que, después de asegurar a los cuatro vientos que el día 5 sería festivo en lugar del día 8, los mandamases de este país se vuelven atrás de sus decisiones sin pararse a pensar en los graves perjuicios que estos cambios producen. ¿Ha pensado el Gobierno en la enorme cantidad de reservas de pla-
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El pasado día 11
Viene de la página anterior zas que las agencias de viajes van a tener que comerse? ¿Ha pensado en los vuelos que las compañías aéreas tendrán que cancelar? ¿Se imagina siquiera los gritos en el cielo de cientos de hoteleros que van a ver rebajada a cero una ocupación que tenían garantizada casi al ciento por ciento?
Como de costumbre, se nos deja en la indefensión más absoluta. Y es que nuestro Gobierno parece preocuparse exclusivamente de la alta política, pero cosas como ésta suceden a diario para desesperación cada día de un colectivo diferente y parece traerles sin cuidado.- y dos firmas más.
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