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Tribuna:ANÁLISIS DEL CLUB DE ROMA
Tribuna
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Razones para vivir y esperar la nueva sociedad mundial

El mundo cambia y su inteligibilidad senos escapa. La presente crisis, que sólo llegamos a comprender con dificultad, es de hecho una gran transición entre dos mundos, marcada por la complejidad y la incertidumbre. Y esto nos ocurre a nosotros que, tanto por nuestra educación corno por nuestra cultura, estamos enseñados a actuar sobre el fundamento de certidumbres.La dificultad de captar el sentido de una nueva sociedad mundial en gestación es patente particularmente entre la juventud de las diversas regiones del planeta.

Esta sensación da origen a un malestar común, incluso si las razones son diferentes, ya se trate de polacos, soviéticos, chilenos, argelinos, franceses o japoneses. En un universo que la juventud percibe como poco hospitalario, por no decir hostil, sin vivienda y sin perspectivas de empleo, cuando no sin libertad, los jóvenes constituyen, en el Norte: y en el Sur, en Oriente y en Occidente, una fuerza de protesta, y de presión capaz de estremecer Gobiernos. Son hijos perturbados de un mundo enloquecido, que van a la búsqueda de valores nuevos que den una significación a su vida

En este punto conviene recordar que la juventud será llamada en los años venideros a jugar un papel fundamental más importante que en cualquier etapa anterior de la historia de la humanidad. Los jóvenes constituirán más de la mitad de la. población de los países en desarrollo, o países del Sur. Pero también en los países del Norte la juventud asumirá la pesada responsabilidad de asegurar la carga y el mantenimiento de sociedades en las que las personas ancianas serán mayoría.

Tales interrogantes sobre el porvenir, ¿no son tan pesadas que nos conducen a un sentimiento de impotencia individual frente a situaciones ingobernables?

Los cien miembros del Club de Roma, provenientes de 49 países de todo el mundo, reunidos en París por invitación del Gobierno francés, han intenta do ofrecer algunas pistas con el objetivo de progresar en la comprensión de este mundo nuevo.

El sentir común de los miembros del Club de Roma es que el concepto de inestabilidad creativa, introducido por Ilya Prigogine, Federico Mayor Zaragoza y André Danzin (premio Nobel de Química, director general de la Unesco y consejero de la Comisión de las Comunidades Europeas, respectivamente), en lugar de ser ignorado o rechazado como incómodo, debe en adelante inspirar una nueva visión del mundo y renovar la problemática mundial.

Difícil de captar, especialmente cuando se abandona con dificultad una cultura basada en la certidumbre, el concepto de inestabilidad creativa se convierte en motor de un mundo en el que el hombre reencuentra la consciencia de su responsabilidad personal, tanto sobre la naturaleza como sobre sí mismo.

Como ha señalado André Danzin, no disponemos de una receta que podamos proponer con carácter general porque pensamos que ésta no existe. No podemos actuar mediante la regulación de un programa, sino sólo gracias a su espíritu. Es preciso construir un zócalo devalores espirituales y éticos a largo plazo. Porque sólo esta ética será capaz de producir una especie de campo de fuerzas morales que incidan sobre la educación, sobre las técnicas de gestión y de gobierno, de manera que seamos capaces de vencer la dictadura del corto plazo que no nos conduce a ningún sitio.

La ética como fundamento

Pero una ética a largo plazo no significa nada si, mediante la educación, no llega a convertirse en el fundamento e inspiración de los comportamientos individuales y sociales.

El Club de Roma estima, como ha señalado el príncipe Sadruddin Aga Jan (Coordinador del Programa de las Naciones Unidas para las Poblaciones Afganas) en su intervención, que los hombres ya no pueden ser solamente espectadores aislados de los grandes fenómenos mundiales que les preocupan. La responsabilidad única de cada hombre frente a la comunidad mundial, los deberes de la humanidad consigo misma, con respecto a su entorno y a las generaciones del futuro, son un segundo concepto que viene a completar el de inestabilidad creativa y que, por primera vez, intenta dar una respuesta a la frase "Después de mí, el diluvio", antigua, pero todavía de actualidad.

¿Cómo acrecentar la humanidad del ser humano, nos preguntaba por su parte el príncipe Hassan de Jordania; cómo introducir lo humano en el corazón de la política? El rey de España, don Juan Carlos, nos ha dicho en su mensaje: "Sólo el cultivo de los valores éticos, la solidaridad entre los pueblos y la vida en libertad permitirán el mantenimiento de la paz y el progreso en el mundo y el entendimiento entre las distintas naciones".

Es a estos problemas a los que se dedicará con prioridad el Club de Roma, un club rejuvenecido, reestructurado y descentralizado, que consagrará sus reflexiones y su acción en el futuro a este tipo de cuestiones. Y es que en la profundización de estos dos conceptos será donde vayamos encontrando poco a poco razones para vivir y esperar en el seno de la nueva sociedad mundial.

Bertrand Schneider es secretario general del Club de Roma.

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