Matrícula en Beethoven

El programa entrañaba belleza y ambición, genio y perfección dominaron la velada. Cabe resaltar la exhibición beethoveniana. No es frecuente escuchar hoy un Beethoven así, tan fiel al compositor, claro y perfecto. Matrícula para esas preciosas Variaciones en do menor. Sobresaliente para la Tercera sonata en re mayor. Nos dibujó un solemne y ceremonioso largo para cautivarnos en el menuetto y concluir divirtiéndonos en el sorpresivo rondó final.En Brahms descendió algo el nivel, por culpa de la adecuación entre obra y sala. Por eso la primera de las Piezas Opus 119 padeció un cierto emborronamiento de sonido y los ritardando no podían transmitirnos toda la melancolía de la música.

Tras el apabullante impulso y poder esgrimido en la rapsodia de la anterior obra, nos condujo a un momento mágico en el alegretto de las Piezas Opus post de Schubert, cantando un auténtico lied hasta el punto de casi sugerir la voz.

La Fantasía Wanderer, basada en uno de los motivos vocales más conocidos del propio Schubert, no hizo sino confirmarnos las excelencias del intérprete, que nos ha brindado uno de los mejores recitales pianísticos de los últimos meses.