_
_
_
_
LA SUCESIÓN DE REAGAN

La bolsa y el dólar creen que Bush no podrá con el déficit

Francisco G. Basterra

, George Bush, el presidente electo de Estados Unidos, cogió ayer las cañas y se fue a pescar a los cayos de Florida, dejando atrás en Washington, por cuatro días, los serios problemas de las cuentas en rojo del país, que ya amenazan con aguar su presidencia. El comportamiento negativo de la bolsa y la caída del dólar en la primera jornada tras la elección, a pesar de que el candidato republicano era el preferido por el mundo financiero, reflejan la incertidumbre sobre si Bush será capaz de afrontar la crisis del déficit fiscal con la dura realidad añadida de un poder repartido entre un Ejecutivo republicano y un Congreso demócrata.

También se lleva consigo a la playa el problema de definir su presidencia, que no quiere que sea la continuidad absoluta con el reaganismo. Se ha abierto ya un debate sobre si el nuevo presidente tiene un mandato claro o no para hacer otra cosa. El propio Reagan, a cuya sombra personal y de la prosperidad creada bajo su mandato debe Bush la Casa Blanca, ha zanjado la discusión. "Este no es el final de una era, sino el momento de refrescar y reforzar nuestro nuevo comienzo". "A los que me halagan de cuando en cuando hablando de la revolución Reagan, les digo: aún no habéis visto nada", añadió el presidente, con Bush a su lado.Los gestos de Bush en las 48 horas siguientes a su victoria han sido de una seriedad inusitada para un momento tan feliz. "Estoy empezando a darme cuenta de lo ocurrido; no puedo creerlo, y mi júbilo por la victoria se ve atenuado por el reconocimiento del reto que tenemos por delante, que es tremendo", ha explicado. En el terreno de la política exterior, las aguas están calmadas, y Bush ha ofrecido inmediatas garantías de continuar una línea que estaba funcionando. Pero los peligrosos desequilibrios financieros de las cuentas públicas no pueden esperar, y la inacción de la Administración de Reagan no puede prolongarse.

Antes de salir ayer para practicar, de vacaciones, su deporte favorito -"necesito relajarme"-, Bush desayunó con la previsión de que el déficit fiscal del año 1994 apunta a 130.000 millones o 140.000 millones de dólares, un pico más que los 11.000 que estimaba la Administración de Reagan. El Congreso se ha comprometido a no aceptar un déficit mayor de 100.000 millones de dólares. El nuevo presupuesto será presentado el 9 de enero para el año fiscal que comenzará el próximo octubre.

George Bush toma la salida sin haber definido durante la campaña un programa coherente. En la cuestión clave, los déficit federales, ha preferido emperrarse en la retórica cinematográfica de su amigo Clint Eastwood, eficaz para la televisión, de "Read my lips: no new taxes" ("Lo que yo les diga: no habrá nuevos impuestos"). Pero casi antes de felicitarle, los líderes del Congreso ya le han advertido que ellos no son especialistas en leer los labios, y que no aparezca a finales de enero con una oferta de negociación presupuestaria que no contemple nuevos ingresos por la vía fiscal.

Mantener bajos los impuestos

Pero al mismo tiempo, el nuevo presidente sabe que, en gran medida, ha sido elegido por la promesa de mantener bajos los impuestos. Y sería un suicidio político entregar esta baza en los primeros 100 días de su Administración traicionando uno de los pocos principios en los que parece creer firmemente Bush. "No habrá un acuerdo sobre el presupuesto si la Casa Blanca sólo viene con recortes de gastos", advierten los principales actores del Congreso.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

"No pienso desviarme de mi promesa", ha respondido Bush, presagiando una batalla inmediatamente después de su toma de posesión. El presidente de la Reserva Federal, Alan Greesnpan, le advertirá en las próximas semanas que si no actúa rápidamente para reducir el déficit, su Administración puede verse frente a una crisis financiera y una recesión. Expertos, como Fred Bergsten, presidente del Instituto de Economía Internacional de Washington, le conceden hasta Semana Santa de plazo para evitar el riesgo de crisis económica.

Si la retórica de Bush va en serio, le advierte el presidente del Citicorp, John Reed, "puede tener problemas muy graves". Los hombres del nuevo presidente piensan que encontrarán una fórmula mágica para evitar una crisis y no subir los impuestos. Después de todo, razonan, la economía ha aguantado seis años de expansión arrastrando números rojos crecientes.

A pesar de la vaguedad de su campaña, Bush ha prometido más dinero para mejorar el sistema educativo, para luchar contra las drogas, para construir dos nuevos grupos aeronavales, y esto sin contar los fondos necesarios para la costosa batalla contra el SIDA.

El mundo de los negocios ha aplaudido inmediatamente el triunfo de Bush por lo que significa de certidumbre y continuidad para mantener la expansión económica. Pero, al igual que los mercados, alberga dudas de que la Administración de Bush adopte las políticas necesarias para atajar el déficit fiscal y el comercial. "Confiamos en que una de sus primeras prioridades será afrontar los déficit y el problema más amplio de la competitividad internacional de EE UU", ha declarado el presidente de la Ford, Donald Petersen.

[El portavoz del Ministerio de Exteriores soviético, Guennadi Guerasimov, dijo ayer que la URSS no excluía la posibilidad de un encuentro entre Bush y Mijail Gorbachov antes de que el presidente electo asuma su cargo el 20 de enero, informa Reuter.]

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_