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LA SUCESIÓN DE REAGAN

Dan Quayle, sólo dotes telegénicas

Francisco G. Basterra

James Danforth Quayle, un senador irrelevante con una biografia en blanco, es el nuevo vicepresidente electo de Estados Unidos para sorpresa de muchos, incluida posiblemente la propia. Sólo un sistema político como el norteamericano puede explicar que este político en el que únicamente destaca su telegenia pase a estar a un latido de corazón de la presidencia. Los periódicos que días pasados apoyaron a George Bush pedían a los norteamericanos que rezaran por su salud para que no haya que probar a Quayle en el Despacho Oval.La posibilidad, no tan remota si se examina la historia reciente de EE UU, de que Danny Quayle, como es llamado en un reflejo de su unánimemente aceptada levedad, fue utilizada como última arma por Michael Dukakis. Un anuncio de los demócratas en televisión jugando con la posibilidad de una "presidencia Quayle" puso los pelos de punta a muchos ciudadanos en las horas anteriores al voto.

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Pero al final, aunque le ha restado sin duda votos a Bush, los norteamericanos votan por el presidente y, como mucho, el número dos no ha dado la vuelta nunca a una elección. Habría que remontarse posiblemente a Spiro Agnew, vicepresidente con Nixon, que tuvo que abandonar el cargo, para encontrar un político tan ridiculizado como Quayle.

El nuevo vicepresidente electo alcanzó notoriedad nacional cuando tuvo la osadía, en su úni co debate televisado con su rival Lloyd Bentsen, de compararse con John Kennedy. Sufrió un histórico revolcón de parte del can didato demócrata a la vicepresi dencia, que convirtió la afirmación "usted no es Jack Kennedy" en lo más memorable de una campaña que pasará a la historia con más pena que gloria.

Nacido en Indiana hace 41 años, heredero de una familia mi llonaria propietaria de periódicos conservadores, Quayle es -en opinión del ex director de The 7imes de Londres, William Rees Mogg, "un ejemplo ambulante de la quiebra del sistema educativo norteamericano". Cuando, a finales del pasado agosto, George Bush anunció su designación como compañero en el ticket electoral, la clase política y la mayoría de la opinión pública no podía dar crédito a sus ojos.

"Mi elección de vicepresiden te lo dirá todo por sí misina", ha bía pronosticado Bush. Y, en efecto, reveló un extraño juicio político en su primera decisión presidencial. Ahora parece claro que los hombres de imagen de Bush le vendieron al vicepresi dente el joven y agresivo senado por Indiana como un valor capaz de atraer a las mujeres por su cara bonita y a los jóvenes. Es el primer candidato a tan alto puesto nacido después de la II Guerra Mundial.

Pero la arriesgada apuesta generacional de Bush, que prefirió a un peso ligero que no le hi ciera sombra en vez de escoger a uno de sus cualificados rivales de las primarias, estuvo a punto de convertirse en un desastre Quayle sólo parecía estar preparado parajugar al golf, su autén tica pasión.

Eludió Vietnam

Halcón en temas de defensa y superpatriota de retórica, se descubrió que había escapado al combate en Vietnam buscando, a través de su poderosa familia, un enchufe en las oficinas de la Guardia Nacional. Había ingresado en la Universidad,se graduó en Derecho también por influencias familiares, ya que su expediente no daba ni siquiera la media. Fue un desastre como estudiante y no ha sido capaz de presentar su expediente académico.

Su familia le había destinado al negocio de los periódicos pero Quayle quiso probar fortuna en la política. Fue elegido dos veces como congresista y, posteriormente, otras dos, en 1982 y 1986, como senador por Indiana, realizando unas campañas apreciables. En el Senado se especializó en asuntos de defensa y seguridad nacional, lo que le hace presentarse ahora como un experto y afirmar que "asesorará" a Bush en estas materias.

Quayle, casado con una abogada atractiva y de carácter llamada Marilyn, tiene tres hijos y unas credenciales derechistas: antiaborto, pro guerra de las galaxias y partidario de los contras y de continuar el rearme. Algunos observadores interpretaron su elección como una concesión de Bush al ala más conservadora del Partido Republicano, que considera al presidente electo sospechoso de liberalismo. Quayle ha calificado públicamente a la perestroika de estalinismo refinado.

Los hombres de Bush callaron inmediatamente a Quayle, prohibiéndole decir nada que no estuviera en el guión que cada día le fabricaban y relegándole al circuito secundario en la campaña. Pueblos y ciudades pequeñas de la América profunda, sin ninguna aparición en las grandes capitales, sin entrevistas en programas nacionales de televisión. Fue convertido en el candidato invisible, exactamento lo opuesto a lo ocurrido en el campo demócrata, donde Dukakis se ha apoyado mucho en el prestigioso senador tejano Bentsen, que ha resultado el más popular de los cuatro candidatos.

Quayle no ha aparecido más que en dos ocasiones junto a Bush durante la campaña, y éste no mencionaba para nada a su compañero electoral. Parecía como si estuviera "bajo arresto dorniciliario". En la última media hora comprada por Bush para pedir el voto, Quayle fue premeditadamente excluido.

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