Españolidad y universalidad
Tocó Alicia de Larrocha en la sala de cámara del nuevo Auditorio Nacional, todavía envuelto en los barrizales y demás impedimentos de los accesos sin concluir. No hubo, en cambio, ni mancha ni mota en la actuación de nuestra gran pianista a lo largo de un muy bello programa capaz de darnos las dos dimensiones fundamentales de Alicia: su españolidad y su universalidad.Después de un trío de sonatas del olotense Soler, ordenado con gran sentido tonal y contrastante, Alicia de Larrocha se internó en el complejo mundo de una obra con título casi frívolo: Carnaval de Viena, de Schumann, o Juegos carnavalescos en Viena, sin llegar, a mi juicio, al concepto de broma que apunta García del Busto a causa de la marsellesa oculta en el alegro inicial.
Ciclo de Cámara y Polifonía
Recital de Alicia de Larrocha (pianista). Obras de Soler, Schumann y AlbénIz Auditorio Nacional, 8 de noviembre.
Obra difícil aun dentro del siempre difícil pianismo de Schumann, Alicia de Larrocha la domina en absoluto, en su continente y en su contenido, si es que ambas medidas no son una sola. Más amiga de la claridad que del misterio, nuestra pianista pone orden en todo, lo explica y comunica todo: la gracia o la intensidad sentimental. Sucede a este Carnaval que se trata de una de esas creaciones artísticas condenadas eternamente a una cierta impopularidad según el concepto orteguiano, no tan equivocado como tantas veces se dice, aun cuando quizá erróneo a la hora de ejemplificar. De todos modos, Alicia de Larrocha recibió muchos aplausos; menos, creo, de los que merecía.
En la segunda parte, dos cuadernos de Iberia, de Albéniz, la obra más genial de toda la música española para piano: el tercero con el esta vez sí, misterioso Albaicín, el bien ritmado Polo, que la intérprete interpreta con amplitud, y el sorprendente y casi chulesco Lavapiés; el cuarto cuaderno, con tres visiones andaluzas: Málaga, El sentimental Jerez y la ardua Eritaña, exaltación de las sevillanas que tanto admirara Debussy. La creación, más que interpretación, de Alicia de Larrocha fue excelente.
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