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El emperador de Japón sólo pesa ya 25 kilogramos

El emperador de Japón, Hirohito, de 87 años de edad, sufrió ayer una serie de hemorragias, calificadas por vez primera de "considerable volumen". El equipo médico se vio obligado a practicarle tres transfusiones, por un total de 1,600 litros, lo que eleva ya a 18,265 litros la sangre suministrada al enfermo desde el pasado 19 de septiembre, cuando comenzaron las hemorragias, a consecuencia, al parecer, de un cáncer de páncreas. Según fuentes diplomáticas, citadas por la agencia France Presse, -en base a afirmaciones recogidas en el palacio imperial- el emperador pesa en la actualidad solamente 25 kilogramos, es decir, poco más de la mitad de lo que tenía hace siete semanas.El emperador estuvo consciente mientras le realizaban las transfusiones que, al parecer, le son suministradas a través de las venas del cuello, debido a la inflamación que presenta en los brazos. Según fuentes médicas no oficiales, Hirohito cuenta también con la asistencia de un corazón artificial, a fin de poder aguantar el flujo de nueva sangre a que se le somete casi a diario. Anoche los datos vitales del emperador eran de una temperatura de 37,4º, pero con una tensión máxima de 11,2 y una mínima de 6,2. Tenía 118 pulsaciones por minuto. También le ha aumentado el estado de anemia.

Después de una jornada bastante crítica, debido a las hemorragias, el jefe del equipo médico, el doctor Akira Takagi, afirmó al llegar la noche que la situación había mejorado ligeramente.

Por su parte, Kenji Maeda, portavoz de la Casa Imperial, recordó que Hirohito recibió ayer las visitas habituales de su hijo y regente, Akihito, así como la de otros miembros de la familia imperial, ante quienes el veterano emperador se interesó por el colorido otoñal de las hojas en los árboles de los jardines del palacio. El portavoz indicó que el príncipe Aya -hijo de Akihito y uno de los nueve nietos del emperador- abandonó ayer el Reino Unido, donde está cursando estudios, para acudir a la cabecera de su abuelo.

Los japoneses continuan divididos entre los partidarios de mantener los programas habituales de festejos populares y los de cancelarlos por respeto al emperador.

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