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Ese oscuro delito

Colectivos feministas piden que el Código Penal recoja más supuestos de violación

Las campañas que realizan los grupos feministas para que las mujeres que han sufrido una violación la denuncien no han podido evitar aún que la mayoría de los ataques sexuales que se cometen en España quede en el más completo anonimato. Dentro de este apartado están muchas agresiones que el Código Penal tipifica como abusos deshonestos y que para los colectivos de mujeres son tan graves como la violación, caso del estupro, la violación anal o la felación forzada, y, por tanto, consideran que deberían estar incluidos bajo el mismo epígrafe cuya pena, entre 12 y 20 años de cárcel, es igual a la del homicidio.

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"Sobre el papel, la violación tiene una tipificación grave, tanto como el homicidio; sin embargo, en la práctica, cuando un caso de violación se denuncia, se inicia un proceso sobre la víctima y se pasa revista a su vida privada, de modo que eso ya marca unas diferencias muy grandes", explica Luz Almeida, abogada de la Asociación de Ayuda a Mujeres Violadas que funciona en Madrid, con ayudas económicas de la Comunidad madrileña, desde hace dos años. Almeida se desespera ante algunos ejemplos judiciales como por ejemplo, "que a un tipo que ha obligado a sus hijas a masturbarle sistemáticamente el fiscal sólo le pida 30.000 pesetas de multa porque tampoco el Código Civil obliga a mucho más".Se indigna esta abogada con la maquinaria de la justicia que exige a una mujer violada demostrar que se ha resistido para aceptar la existencia del delito. "Eso cuando, precisamente, nosotras aconsejamos a todas las mujeres en este trance que no se resistan para evitar mayores males.

Parece demostrado que el agresor se siente más excitado cuanto mayor es la resistencia de la víctima, y esto, cuando tienes un cuchillo en el cuello, puede ser grave".

Pero quizá lo más hiriente, desde la perspectiva del colectivo de mujeres de la asociación de Madrid, -por la que, hasta ahora, han pasado unas 300 mujeres- es la imposibilidad de que vejaciones muy graves que han sido denunciadas por las víctimas se escapen de la justicia por falta de una correcta tipificación.

Carmen Roney, ex diputada del PCE y actual secretaria de la asociación, comparte la indignación de Almeida, pero no puede por menos de sentirse optimista ante el giro que van tomando las cosas. "Gracias en parte a lo machaconas que hemos sido, la policía judicial lo está haciendo ahora mucho mejor cuando una mujer denuncia haber sido violada.

Hay mujeres inspectoras para atender a la denunciante y una mayor seriedad general. Otra cosa es que la mayoría de las violaciones quedan impunes. En primer lugar, porque muchas se producen en el seno de la familia y en estos casos la mujer no suele denunciar".

La mayor parte de las víctimas de un ataque sexual que llegan a la asociación lo hacen para reclamar asesoramiento jurídico, pero "hay casos de mujeres que vienen al centro traumatizadas por una violación que se produjo a lo mejor hace 20 años, y sólo quieren asistencia psicológica", explica Roney. "En estos casos, es mucho más dificil que se puedan curar las secuelas morales", dice Elena de Marianas, que junto a Soledad Galiana dirige el gabinete psicológico del centro.

Superar el trauma

"Es un hecho que cuando la mujer que ha sufrido una violación tiene entre 18 y 30 años, normalmente supera antes el trauma. Quizá porque entre esas edades tienen mayor conciencia de su libertad sexual, y entonces, por terrible que sea lo que les ha ocurrido, se dan cuenta de que no hay razón para pensar que su vida está destrozada". ¿Pero se puede superar ese trauma? "Desde luego que sí", opina la psicóloga; "para una mujer con una cabeza ordenada y una vida normal -y este factor de su situación personal es esencial-, las secuelas de una violación pueden superarse en un plazo de dos semanas a tres meses".Todas las integrantes del colectivo que atiende la asociación de Madrid opinan que casi siempre lo peor para la violada es su propia familia. "Las agobian con el pretexto de protegerla e indirectamente las culpabilizan", dice Luz Almeida.Ello permite comprender el porqué de ese anonimato en que en la mayoría de las ocasiones mantiene la mujer un suceso así. "Las que lo denuncian se ven sometidas a un proceso judicial, y a veces a las duras críticas de la gente. Porque la sociedad está preparada para rechazar al violador que espera a su víctima en el subterráneo del metro con una navaja en la mano, pero no lo está cuando el agresor es un joven normal que, simplemente, ha ido demasiado lejos".

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