V Centenario
El artículo del misionero Jorge Martínez que ustedes publicaban el pasado sábado atrajo mi atención y me movió a reflexionar ya desde su sugerente título: El principio de la miseria. Las consideraciones de su autor en torno al V Centenario ofrecían un enfoque de la cuestión muy interesante, en especial por la claridad con que nos comparaba la situación del indio latinoamericano de 500 años atrás y la del indígena actual.Es fácil que todos, más o menos, lleguemos a estar de acuerdo en los desastres y perjuicios que los españoles y otros colonizadores causamos a los indios en el pasado. Sin embargo, la cuestión se hace más espinosa si nos trasladamos a la situación actual. En efecto, aunque objetivamente sepamos que la vida de millones de indios iberoamericanos está dominada por la marginación, la ignorancia, el empobrecimiento... (no podemos negar los hechos), no nos preguntamos seriamente cuáles son las causas de todo esto. En el artículo del misionero eran los propios indios los que denunciaban que la injusticia, la explotación y el destierro" que nosotros les llevamos hace ya cinco siglos siguen existiendo hoy para ellos. Nosotros vamos, pues, a celebrar que han pasado 500 años de ese gran encuentro (mejor, choque) de culturas. Pero si conocemos qué supuso y qué sigue suponiendo ese encuentro y no sólo no lo denunciamos con el fin de iniciar un nuevo rumbo en las relaciones con ese pueblo oprimido, sino que lo celebramos por todo lo alto, ¿no es excesivamente ingenuo no advertir en nosotros cierta culpabilidad o, al menos (si se tienen menos reflejos), cierta complicidad? ¿O es que quizá subyacen intereses político-económicos que solapada y paradójicamente están por encima de cualquier consideración humana y moral? Si así fuera, nada nuevo bajo el sol: es el fuerte, que de mil maneras pisa y oprime al débil.
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