El respeto de uno mismo
Ronald Reagan y George Bush llegaron a la Casa Blanca con la promesa de devolver a EE UU el prestigio y respeto internacional perdidos por Carter; el electorado, sintiéndose el hazmerreír del mundo de entonces, dio carta blanca a la nueva Administración para que fuera el hazmetemblar de hoy día. Si Carter se limitaba a señalar, con voz de predicador, a los países que pecaban en cuestiones de derechos humanos, Reagan mantiene su parroquia a raya con presiones a puerta cerrada y repartiendo castigos ejemplares a los cuatro países que no comulgan con ellos.El hecho de que EE UU haya condicionado su participación en la Expo 92 al resultado de las negociaciones bilaterales en materia de defensa (EL PAÍS, 9 de octubre) es un ejemplo más de esta actitud pueril y vengativa que pasa por alto la soberanía tanto de sus aliados como de sus minúsculos y. supuestos enemigos. El respeto se gana respetando, y no amenazando, a los demás.-