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Dukakis quema sus últimos cartuchos en el segundo debate televisado con Bush

Francisco G. Basterra

Michael Dukakis, con la elección prácticamente perdida según los sondeos, quemó esta madrugada sus últimos cartuchos en el debate televisado con George Bush en Los Angeles. Bush mantiene una persistente ventaja sobre el candidato demócrata en el voto popular, y ha consolida do una diferencia aún más sólida en el colegio electoral. Es este cómputo -se necesitan 270 votos electorales para ganar la presidencia- el que cuenta finalmente, y no el número de sufragios populares.

Dukakis necesitaba una actuación espectacular en el campus de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) para dar la vuelta a una elección, en la que, para muchos observadores, el triunfo del candidato republicano es casi inevitable. La de anoche (se iniciaba a las dos de la madrugada de hoy, hora española) fué la última oportunidad de Dukakis de presentar a 100 millones de votantes su visión de América y explicar qué tipo de presidente sería.Hasta ahora, George Bush ha controlado absolutamente la campaña, forzando a Dukakis a una reacción puramente defensiva. El supuesto triunfo del candidato demócrata en el primer debate -en Winston-Salem hace tres semanas- no se ha traducido en los sondeos. Sólo el hundimiento del número dos de Bush, el inexperto y vacío senador Dan Quayle, permite a Dukakis mantener algunas esperanzas en la carrera electoral de tres semanas que faltan hasta el 8 de noviembre.

El incremento del déficit comercial norteamericano, anunciado ayer, aunque negativo para la Administración, no es suficiente por sí solo para cambiar la estrella de Dukakis. Además, antes del 8 de noviembre se esperan estadísticas económicas positivas.

La mayor estatura política del candidato a vicepresidente demócrata, Lloyd Bentsen, puesta claramente de manifiesto, en el debate televisado que le enfrentó el pasado día 5 a su rival Quayle, ha obligado a muchos votantes a poner en duda el juicio de Bush al escoger al senador Quayle como vicepresidente, en la más importante decisión de su vida política. Este patinazo del candidato republicano ha permitido a Dukakis acortar en los últimos días la ventaja que le lleva Bush.

Ventaja

Pero el efecto Quayle se disipa cada día que pasa -en EE UU nunca se vota pensando en los vicepresidentes- y los sondeos siguen reflejando una ventaja de Bush de entre 3 y 7 puntos, que no es excesiva. Y teniendo en cuenta el escaso entusiasmo que despiertan los dos candidatos, podría ser superada por el Gobernador de Massachusetts en la última fase de la campaña. Sin embargo, si se traduce al colegio electoral -el número de Estados que cada uno tiene ya como más o menos seguros-, Bush parece inalcanzable.El vicepresidente cuenta con una sólida base en el Sur, donde Dukakis no ganaría ningún Estado, y en la mayor parte del Oeste, con buenas perspectivas de triunfo en los Estados industriales del Medio Oeste. Esta combinacióm de 28 estados le darían ya a Bush los 270 votos electorales necesarios para la victoria, según un sondeo publicado ayer por The Washington Post. Por el contrario, Dukakis sólo está claramente por delante en siete Estados, con 51 votos electorales. En otros 15, con 217 votos electorales, la carrera está muy reñida. La base de Dukakis, el Noreste, es muy pequeña.

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Un segundo sondeo muy significativo, publicado ayer por The New York Times, señala que los norteamericanos están más optimistas que nunca sobre la marcha del país y que su deseo de cambio está disminuyendo Bush, que se presenta como el heredero continuista de la "paz y prosperidad" logradas por el reaganismo rentabiliza esa tendencia a mantener el status quo.

Todos estos datos y la incapacidad mostrada por Dukakis para proyectar una imagen atractiva -su frialdad y su escasa simpatía se presentan como sus rasgos dominantes- explican lo difícil que va a ser para el candidato demócrata dar la vuelta a la elección.

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