_
_
_
_
Tribuna:LITERATURA Y COMPROMISO POLÍTICO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Con Vargas Llosa, en Londres

El apartamento en que vive Mario Vargas Llosa en Londres no está alejado de una de las vías comerciales más importantes de la capital británica, pero, al mismo tiempo, se encuentra en uno de esos barrios recoletos, tan frecuentes allí, que no dan la sensación agobiante de una gran ciudad. En la sala de estar, un ventanal ofrece la vista cercana de Brompton Oratory. En sus estanterías figuran los libros que remiten a las viejas obsesiones o las más recientes lecturas: ediciones antiguas y libros monográficos sobre Víctor Hugo y las Obras completas de Ortega y Gasset, que Vargas Llosa ha descubierto no hace tanto en la tersura de su prosa y en su capacidad sugestiva como pensador liberal.Allí consume Mario Vargas Llosa su tarea de creación literaria, sometido a una disciplina autoimpuesta que le lleva a repartir cuidadosamente su tiempo entre la escritura y la lectura. Londres es para él un anonimato imprescindible para reservarse a su exclusiva vocación literaria, en otros sitios cercada por los imperativos de la vida pública o por obligaciones sociales. A veces la crítica se ha preguntado por las razones que han podido llevar a Vargas Llosa, después de sus grandes novelas, en parte autobiográficas, de los años sesenta a optar por géneros tan aparentemente dispares como el humor de La tía Julia y el escribidor, la novela épica en la mejor tradición del siglo XIX (La guerra del fin del mundo), la novela seudopoliciaca, representada por ¿Quién mató a Palomino Molero?, o la narración erótica (su muy reciente Elogio de la madrastra). A mi modo de ver, este camino cambiante en su interés creativo deriva precisamente de su absorbente vocación literaria. A lo que ésta le lleva es a plantearse su libro inmediato como un reto que le permite medir su capacidad para enfrentarse a géneros nuevos o descubrir posibilidades inéditas en otros que haya practicado con anterioridad.

En este punto se entrecruza, en Vargas Llosa, la creación literaria y el compromiso político, por utilizar una palabra cara a quien fue en el pasado entusiasta de Sartre. Realidad y ambivalencia se unen en sus textos literarios; tolerancia y libertad constituyen radicales exigencias de la humana naturaleza.

En una famosa intervención, cuando recibió el Premio Rómulo Gallegos, el escritor peruano dijo que la literatura era, para él, fuego: nadie incapaz de preguntarse por sí mismo y por la vida era capaz de vivirla corno tampoco de gustarla plenamente. En cuanto que la literatura proporciona a los seres humanos concretos la experiencia de una realidad a la que han sido ajenos hasta el momento, es subversión e inconformismo.

Como parece ser inevitable, la fama literaria de Vargas Llosa ha tenido como consecuencia que su evolución política haya sido juzgada muy contradictoriamente. Muchos no comprenden ese sistema de retos sucesivos a través del que ha elaborado sus narraciones, siempre a la búsqueda de nuevos caminos. Muchos otros han juzgado, también desde su propio criterio político partidista, la posición que ha adoptado respecto de su país y de Latinoamérica en los últimos tiempos. Para un cierto tipo de izquierdismo, reducido en Europa a algunos intelectuales y a lo que los británicos denominan the lunatic fringe, es un traidor al que ha bastardeado el éxito literario para luego agotar sus fuentes de inspiración. Para cierto tipo de derechas, Vargas Llosa se ha convertido, sin más, en uno de los suyos; con esta identificación en realidad no están haciendo otra cosa que alterar la realidad pues el escritor es identificado con posiciones que son, a uno y otro lado del Atlántico, de centro. Con esa derecha, que es todo comprensión para los golpes de fuerza militares, nada tiene que ver Vargas Llosa.

Tentación demagógica

En cierta manera, su posición es ahora más radicalmente subversiva que nunca: lo es contra el pasado latinoamericano, que ha consistido habitualmente, en ese enfrentamiento entre fanatismos contrapuestos, tan palpable en La guerra del fín del mundo y contra el propio establishment intelectual de aquella región del globo que, a diferencia de lo que sucede en Europa, sigue practicando el milenarismo, el sectarismo y un afán irresponsable por la reconstrucción idílica del mundo, previa la destrucción del existente. Frente a esta realidad y a ese pasado, Vargas Llosa predica un sistema democrático que haga posible una profunda transfomación social; para él sigue siendo verdad aquella sentencia con que se abre Contra viento y marea: los verdaderos bárbaros de nuestro tiempo son quienes consideran que se puede llegar a la justicia abandonando el camino de la libertad. Él, en cambio, juzga que en su país y en toda Latinoamérica es el propio elemento popular quien desea la vigencia simultánea de ambas, mientras que las llamadas clases dirigentes con frecuencia no pasan de una adhesión circunstancial a este modelo democrático, y los militares unen a la voluntad autoritaria la tentación por una demagogia irresponsable, aunque pretendidamente social. Lo trágico es que en otras latitudes este propósito de conjugar libertad y justicia a veces no llega a ser entendido, como si lo que consideramos aceptable y deseable para nosotros no lo fuera para otros, más pobres o más salvajes. Lo peregrino es que esta actitud se dé, sobre todo, en intelectuales; la realidad es que es la forma más evidente de evitarse un problema y de adoptar una posición responsable.

La verdad es que allí se está jugando el destino de la democracia para millones de seres humanos y, en cierto sentido, su prestigio en todo el mundo. La democracia es tan imperfecta como la naturaleza humana, pero es el único sistema que hace posible el pleno desenvolvimiento de la persona y hace posibles los cambios más radicales en paz y con el protagonismo de todos; es la misma forma de vida de tan sólo una porción de la humanidad. Quienes vivimos en ella debiéramos ser conscientes de que, extendiéndola y proclamándola en las circunstancias más difíciles, no sólo se amplían sus efectos a más seres humanos, sino que se hace posible reverdecer su significado allí donde, de puro habitual, se considera como un régimen prosaico y aburrido. Cuando el autor de este artículo estuvo con Vargas Llosa en Londres, dos noticias de Perú estaban frescas en la memoria del escritor: la semana anterior había habido una veintena de muertos, producto del milenarismo terrorista, y empezaban a escasear productos de primera necesidad, consecuencia de la demagogia irresponsable del Gobierno en materias económicas. Quien, en estas circunstancias, decide abandonar temporalmente una vocación literaria tan honda para descender a la arena política merece un homenaje, no sólo por valentía, sino porque nos recuerda los valores en que vivimos y que con frecuencia olvidamos.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_