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Perú plantea al FMI su vuelta a la disciplina económica y su voluntad de pagar la deuda

ENVIADO ESPECIAL Perú planteó ayer formalmente al Fondo Monetario Internacional (FMI) la vuelta a la disciplina económica del organismo mundial, y mostró su voluntad de comenzar a pagar, con ayuda del FMI y del Banco Mundial, los intereses atrasados que debe en una deuda externa que supera ya los 16.000 millones de dólares. Mientras, Japón aplazó hasta después de las elecciones norteamericanas la puesta en práctica de su iniciativa para reconvertir hacia el Tercer Mundo sus excedentes externos, después de un ruego del nuevo secretario del Tesoro estadounidense.

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A, los tres años de que el Gobierno de Alan García renunciara a pagar más del 10% de sus ingresos por exportaciones como servicio de su deuda externa, Perú ha dado el paso político para regresar a las imposiciones de disciplina monetaria y económica del FMI.Ayer, el ministro de Hacienda de Perú, Abel Salinas, se entrevistó con representantes de la oficina del director gerente del FMI, Michel Candessus, para plantear formalmente la vuelta (de la oveja negra). El encuentro marcó el clímax de varios meses de conversaciones informales, a través de intermediarios españoles.Según fuentes informadas, el nuevo plan de estabilización económica anunciado hace unos días por el Gobierno de Alan García será sometido formalmente a la consideración de los expertos del FMI para comprobar si reune las condiciones necesarias para una reanudación de la entrega de fondos instituciones al país andino. En la elaboración del plan han participado, al parecer, dos economistas españoles.Plan de ajuste

El cambio de opinión en el Gobierno de Alan García, que durante tres años ha desafiado las recomendaciones del FMI y ha ignorado sus compromisos de pago con las entidades institucionales mundiales y los bancos privados hasta acumular impagos por servicio de deuda de unos 5.000 millones de dólares, se produjo hace ya varios meses. En ese momento, su acercamiento a la institución de Washington fue contestada con una sugerencia para que encargara al economista norteamericano Jeffrey Sachs, del Masachussetts Institute of Technology, un plan de ajuste que se asemejara al que ya elaboró esta misma persona para Bolivia. El norteamericano sugirió entonces que los peruanos contactaran con Guillermo de la Dehesa, el ex secretario de Estado de Economía español, para que fuera el equipo de éste el que le ayudara.

Los resultados de estas conversaciones se han materializado en la entrevista que ayer se produjo en Berlín y que, al menos por el momento, ha servido para que se reanudaran las conversaciones encaminadas hacia el abono de los intereses adeudados. Fuentes del FMI, sin embargo, consideran muy difícil que Perú pueda ponerse al día en sus obligaciones.

Perú adeuda al Banco Mundial 374 millones de dólares solamente en intereses por sus préstamos, cuyas entregas fueron suspendidas en febrero de 1987. Al Fondo Monetario Internacional, los adeudos acumulados se sitúan en unos 700 millones de dólares y con la banca comercial pueden superar los 2.000 millones de dólares. Todo ello ha hecho que la deuda externa de Perú haya pasado del orden de 14.000 millones en junio de 1985 a más de 16.000 millones de dólares en la actualidad.

Por otro lado, la ampliamente difundida iniciativa japonesa para reciclar hacia el Tercer Mundo sus excedentes externos ha recibido en Berlín un inesperado parón. El nuevo secretario del Tesoro norteamericano, Nicholas Brady, cuya discreción en las reuniones de Berlín le ha servido para ganarse el sobrenombre de el fantasma de la ópera, habría recomendado a los japoneses una pausa de unos meses antes de poner en práctica su iniciativa, cuyos detalles concretos tampoco fueron expuestos en el discurso ante la asamblea del FMI que en la tarde del martes pronunció el gobernador del banco central de Japón, Satoshi Sumita, pese a las expectativas creadas.

El plan japonés, cuya primera versión fue expuesta en la cumbre de Toronto del pasado mes de junio, propone el reciclaje de unos 5.100 millones de dólares de los excedentes comprometidos por Japón en diferentes programas para el Tercer Mundo (más de 30.000 millones de dólares) con destino a aliviar el peso de la deuda de los países de desarrollo intermedio del Tercer Mundo. Al parecer, el plan japonés ha caído dentro del amplio baúl en que los norteamericanos han introducido todas las propuestas y sugerencias, incluídas algunas de los países más industrializados del mundo.

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