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Crítica:IV FESTIVAL DE ALICANTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sobre Bécquer y la memoria

ENVIADO ESPECIALNo cabe acusar de iconoclasta al Festival de Música Contemporánea de Alicante. Los estrenos y audiciones de autores actuales y hasta jovencísimos se suceden a la sombra de los maestros de nuestro siglo: Schoenberg, Ravel, Varese, Messiaen, Ives, Milhaud, Blacher, Falla, Esplá, Mompou o el portugués Braga Santos.

De este último, muerto en Lisboa el pasado mes de julio, la Orquesta Gulbenkian nos trajo el Concierto para violonchelo, muy bien tocado y honda mente sentido por Clelia Vital, que se formó con Navarra y Tortelier.

Compuesto en 1987, Braga Santos, tantas veces presente en nuestras actividades como autor, crítico o amigo, aparece más que nunca fiel a su credo: expresión sincera de sus propias ideas y sentimientos. Enunciado de cuño romántico, del que emerge una lírica también romanticista teñida de una desolada tristeza. La obra, bien trabajada, posee ese raro aura característico de las músicas nacidas frente a la muerte sentida o presentida.

Una vez más, la dirección de José Luis Temez sirvió con entusiasmada capacidad a la música, como lo hizo en el Ambiente número 1 de Ginjoan, nueva muestra de la alianza dificil entre abstracción y expresividad sensible. Bien diferente es la partitura del portugués Joao Pedro Oliveira (1959), titulada Threads II, relativamente influida por corrientes norteamericanas no demasiado extremistas.

Charlés Ives

La misma Orquesta Gulbenkian con el mismo director evocaron la belleza de los Tres lugares de Nueva Inglaterra, de Charles Ives, y dieron a conocer dos interesantes páginas escritas por encargo del Centro de Documentación para la Música Contemporánea. En Los ojos verdes, Jorge Fernández Guerra (1952) vuelve al romántico Bécquer. Ha tomado de la leyenda cuanto tiene de magia y raro misterio poético, casi impresionista, y no ha pretendido seguir la acción en un estilo poemático que suele denominarse música en prosa. El resultado es de gran belleza, de equilibrio y rico de perspectivas sonoras.

Las posee, a partir de otra idea, la Memoria sobre un tiempo imaginario, del español José Manuel López (1956), en la que ejercita sus ideas y procedimientos sobre un tema eterno e ineludible en música, hasta cuando se le quiere contradecir o congelar: los mecanismos de la memoria.

No se trata sólo de recordar lo imaginario sino de contar conscientemente con las funciones de la memoria a la hora de estructurar la obra en sus micro y macroformas. Los autores, presentes en el teatro Principal, fueron largamente aplaudidos en unión de la orquesta portuguesa y de su director en esta ocasión, José Luis Temez.

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