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Sólo Lladró

De acuerdo, discutamos de las porcelanas que conquistaron la Quinta Avenida. ¿De qué se ríen? ¿A qué viene esa coña intelectual por el monaguillo, los novios, la pastorcilla, el payaso triste, las vírgenes autonómicas y demás figuritas Lladró? ¿Cómo dicen? ¿Que no son arte, ni siquiera menor, sólo kitsch, cursiladas para turistas, fallas valencianas de escala micro e incombustibles? Ya, entendido. No habíamos caído. Muchas gracias por atreverse a denunciar la impostura y por el esfuerzo desmitificador. La escuela de la evidencia ataca de nuevo. Esta vez son unas porcelanas sin doble lectura, pero es la misma monserga. Ese castizo género de crítica cultural empeñado en trabajar el método de la sospecha en lugares que no ofrecen la menor sospecha; decidido a llamar a las cosas por su nombre cuando son cosas que exhiben su nombre y apellidos en letreros luminosos.Como las porcelanas Lladró. Son cursis porque sólo intentan ser cursis. Son de mal gusto porque trabajan el mal gusto, y con gran rigor porque hay mucha competencia. Y falleras, claro: valencianas y pompier. Vamos, que un Lladró sólo es un Lladró. Una perfecta armonía entre la cosa y el nombre de la cosa. Y quien dice un Lladró, dice cientos de figuritas retóricas del mismo estilo. Evidencias como monaguillos, que venden como sensacionales hallazgos: TVE es progubernamental, los socialdemócratas creen en las leyes del mercado, Pinochet miente, El precio justo es hortera, el poder oculta informaciones, el cine de Hollywood apoya al capitalismo, cosa que no hace el cine soviético. Nada de descubrir contradicciones, paradojas o dobleces, sólo griterío de evidencias. Confunden enunciar tautologías con denunciar ontologías o watergates. Pero las evidencias son muy poco graciosas. Sólo los idiotas se ríen de un árbol porque se parece a un árbol o critican a un perro porque tiene forma de perro o a una pipa porque es una pipa. Y hablando de Magritte, la única justificación es que las figuritas lucieran un letrero que dijera: "Esto no es un Lladró".

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