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Un juez invesfiga a la Ertzaintza por convertir una escucha autorizada en investigacion ilegal

Un ertzaina (policía autonómico vasco) y un abogado guipuzcoano se encuentran implicados en un proceso por utilización ilegal de escuchas telefónicas atitorizadas, que investiga el Juzgado número 1 de San Sebastián. La Ertzaintza, espiando el teléfono de un sospechoso de tráfico de drogas, grabó una llamada al padre del presunto camello realizada por el ex directivo de una empresa acusado por ésta de haberse llevado unos planos. Así, los policías intervinieron, sin permiso judicial, en un caso de espionaje industrial. Incluso uno de ellos hizo llegar la grabación al abogado de la empresa.

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La investigación de los ertzainas sobre el ex directivo se desencadenó cuando, al oír en esa conversación que se hablaba de bombas, pensaron que en el asunto había terroristas de por medio. En realidad, se trataba de bombas hidráulicas, pero la confusión de los ertzainas desencadenó una historia rocambolesca y teñida de detalles pintorescos, y que constituye, a expensas de lo que la investigación judicial declare probado, un ejemplo de ligereza y autonomía policial en la utilización de las grabaciones telefónicas.Según fuentes judiciales de San Sebastián, las diligencias que realiza el juzgado están prácticamente ultimadas y el sumario será remitido próximamente a la Audiencia Territorial de Guipúzcoa, con la propuesta de procesamiento de los implicados.

Los hechos se desencadenan a raíz de una intervención telefónica autorizada a la Ertzaintza (policía autónoma vasca) por el Juzgado de Instrucción número 1 de San Sebastián, que investigaba a un joven sospechoso de traficar con drogas. Los escuchas de la Ertzaintza grabaron una llamada a ese teléfono del antiguo director de la empresa citada, una firma guipuzcoana que había presentado denuncia ante el Juzgado de Instrucción número 1 de la misma capital por un supuesto delito de competencia ilícita del ex ejecutivo. La empresa acusaba a su anterior director de comercializar los planos de fabricación de una serie de produc tos de esa firma, de la que había sido despedido.

El ex directivo hablaba con su amigo, titular de la casa y padre del sospechoso de tráfico de drogas. Durante la conversación telefónica, el sospechoso de utilizar para su beneficio los planos de fabricación de su anterior empresa dio cuenta al padre del presunto camello del registro que habían efectuado recientemente, en su casa efectivos del Cuerpo Nacional de Policía, que trataban de localizar los planos industriales siguiendo las instrucciones del juez Durante la charla, el antiguo director de la empresa perjudica da aludió jocosamente a la existencia de un microfilme que había logrado preservar del registro policial, Y más adelante se refirió a una tercera persona, asignándole como ocupación la fabricación de bombas.

La reacción ante semejante palabra de los escuchas de la Ertzaintza, instalados en el tedio después de asistir durante bastantes jornadas a las habituales conversaciones intrascendentes, es fácilmente deducible, aunque se ignora ciertamente el alcance que debieron cobrar sus lucubraciones. Por lo visto, eso sí, los sorprendidos escuchas creyeron encontrarse ante un caso de espionaje y terrorismo de grandes vuelos, que exigía una acción inmediata y la más absoluta de las reservas.

Por libre

Sin encomendarse a Dios ni al Diablo, esto es, sin notificación ni control judicial alguno, y con un entusiasmo probado, los escuchas se notificaron de lleno en una investigación por libre y descubrieron. con celeridad la identidad del poseedor del misterioso microfilme, sus conflictos con su anterior empresa y las vinculaciones con Eusko Alkartasuna de uno de los dos interlocutores de la conversación intervenida. Comprobaron igualmente que las bombas citadas en la charla telefónica eran muy probablemente bombas industriales que nada tenían que posibles artefactos explosivos.

Comoquiera que el caso continuaba mostrando numerosas lagunas, pese a haber quedado reducido a un asunto de espionaje industrial, uno de los ertzainas reprodujo en una cinta aparte la conversación registrada en la cinta general de intervención del teléfono y, por su cuenta y no se sabe sin con un fin lícito o ¡lícito, citó en una cafetería de San Sebastián al abogado de la empresa supuestamente perjudicada por la competencia desleal de su anterior director. Allí, el ertzaina permitió al letrado escuchar la conversación, que a su vez quedó reproducida subrepticiamente en la cinta de un magnetófono camuflado con el que el abogado concurrió a la cita.

Éste es el segundo caso de presuntas escuchas ilegales en el que se ve implicada la Ertzaintza, pendiente actualmente de la decisión judicial sobre el espionaje del teléfono en Zarauz (Guipuzcoa) del ex lehendakari Carlos Garaikoetxea, precisamente presidente de Eusko Alkartasuna.

Garaikoetxea, que fundó su organización tras escindirse del PNV, denunció en agosto de 1986 que el teléfono de su casa en Zarauz funcionaba anormalmente. Los técnicos de la Compañía Telefónica descubrieron que la causa de las anomalías era un puente instalado desde el número del ex lehendakari a otro de la central, que era el inmediatamente inferior al de una vivienda alquálada por Javier Zumalde, a la, sazón colaborador de la viceconsejería de Interior del Gobierno vasco.

Un microfilme en el busto de Sabino Arana

J. L. B.,La conversación telefónica que desencadenó los equívocos del escucha de la Ertzaintza, hasta hacerle incurrir en un supuesto delito de conculcación de los derechos constitucionales, es más o menos la siguiente:-Oye, me han registrado la casa.

-¡Ah! ¿Sí?

-Sí, pero yo tengo aquí el microfilme.

-¿Y te lo habrían cogido en casa?

-No, ¡qué va!, lo metí en la cabeza del busto de Sabino Arana.

-¡Já, já! claro, como eso les da calambres a los policías...

-Ni siquiera han querido mirar ahí, se han cuadrado ante él y han dicho: "A sus órdenes, mi general".

-Pues, ¡que se aguanten!

-Oye, pues era lo más peligroso, ¿no?

-Desde luego, si me cazan con eso...

-Yo mevoy a ver a un notario, les voy a decir que investiguen al que está haciendo bombas, a ver qué pasa. Yo no he vendido nada de eso.

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