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Entrevista:

El hombre y la idea

Eugenio Trías publica 'La aventura filosófica', un viaje por los territorios del pensamiento

Eugenio Trías parece tener una cita cada par de años con los lectores. En esta ocasión, el volumen se titula La aventura filosófica (Mondadori), y su autor dice que en él, por vez primera, se ha atrevido a andar sin los clásicos como muletas. A la vez, afirma que el filósofo tiene sólo una idea y que él, por fin, sabe cuál es la suya: la idea de límite. Desde ahí, Trías se aventura a una especie de trayecto por los territorios tradicionales del pensar.

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"Hubo un período en el que iba a ciegas"

Tiene 46 años y nació en Barcelona, donde vive y trabaja como profesor en la Escuela Superior de Arquitectura, sin dejar por ello de ser miembro del Collegi de Filosofía y del Institut d'Humanitats. Desde esos espacios emite el mensaje filosófico en su forma oral; desde el libro, a través de la escritura, las dos formas de comunicación que él reconoce al discurso filosófico Pero la filosofía es también vida, dice, y, ahora, en su última obra, trayecto, viaje, en definitiva, tal como él mismo titula, aventura.Pregunta. La aventura filosófica es, en el conjunto de su producción, una obra extraña en la que, la primera sorpresa se produce al observar una forma de narración nueva que parece mostrar muy claramente la influencia de áreas no estrictamente filosóficas.. en especial, la literatura.

Respuesta. Lo que, en esta obra, me ha dado más trabajo es encontar la forma. Quería que tuviera una forma en algún sentido, narrativa. No es una novela, por supuesto, pero quería introducir una especie de mediación, que el lector no tuviera que confrontarse con mi yo. Ése es un problema general del pensamiento y, en especial de los tratados. Entonces, claro, me interesaba mucho introducir una mediación. Esto tiene una fuente de inspiración fundamentalmente literaria, pero también filosófica: Platón, por ejemplo, lo hace con el diálogo introduciendo a los interlocutores; Hegel introduce una estratagema en la Fenomenlogía del espíritu, muy genial, por la cual lo que se está relatando son las peripecias que le ocurren a lo que el llama la autoconciencia. Esto, que me interesaba mucho, fue lo que me dio la idea de una aventura. Yo hablo de un sujeto que llamo a ratos el sujeto del método, en otros fronterizo, que va siguiendo una serie de periplos, a los que denomino singladuras, y cada una de ellas es un relato de su experiencia, en un terreno de los que tradicionalmente se han reconocido como filosóficos: la estética, la ética, la libertad, la filosofía de la historia, el concepto de naturaleza y el arte. El meollo del libro lo reservo para el final, que es el ensayo de una lógica del límite. Es el intento de saltar hacia un espacio que cubriría lo que se llama metafísica. Creo que incluso el mismo experimento filosófico, ver la idea de límite en todas sus facetas, creo que se podía expresar de una manera más viva con esta estructura narrativa.

Paralelismos

P. ¿Hasta qué punto todo esto no guarda relación con la relfexión, frecuente en la literatura, sobre la función del narrador?R. Tiene mucha relación. La filosofia tiene dos vehículos: la palabra oral o la escritura. No tiene más. Evidentemente, también es una forma de vida, una ética, pero para su expresión y comunicación, el medio más genuino es la escritura y eso te confronta con la forma. Por ese lado veo ciertos paralelismos con la narración o la poesía. Lo que ocurre es que para usar la metáfora de Hölderlin, juntos pero no revueltos, o dicho de una forma más poética, juntos los que más se aman, pero en las cumbres más separadas. Hasta cierto punto, la filosofía crea sus propios espacios textuales porque la estrategia que tiene con el lenguaje es distinta a la del poeta. Produce lenguaje, pero también lo reflexiona. Yo tengo que reconocer que en este libro, lo que era verdaderamente importante para mí era la creación lingüística: crear una trama de términos, sacados del lenguaje normal, desde cerco a frontera, con sus derivados. Sólo que, claro, lo que hace la filosofía es reflexionar sobre el propio término, que es en definitiva uno de los horizontes de la filosofía. En cierta manera, hay una reflexión implícita sobre el lugar desde el cual se habla, por eso era muy conveniente introducir una mediación para el lector.

P. Los capítulos de este libro los denomina usted singladura, expresión que evoca viaje por etapas y por mar.

R. La singladura es la jornada diaria que se hace en el mar entre un puerto y otro. Está tomado de la Odisea. Sí, es una etapa, un trayecto. Le doy la significación de una experiencia, en el sentido de un viaje. En el fondo, Ertharung [experiencia], en alemán, tiene esta raíz, de fahren, viajar, al igual que en griego: un ir atravesando espacios, zonas, que en el fondo son variaciones sobre lo mismo.

Una Ítaca paradójica

P. Cómo buscando ítaca.R. Pero una Ítaca paradójica, un lugar de absoluta incertidumbre que se presenta como problema. Es lo que llamo el límite. Una idea que me interesa mucho y en la que veo que hay un territorio por descubrir, por colonizar. Tiene ciertas fuentes de inspiración que reconozco: lo que Kant llama la frontera, lo que Wittgenstein llama también límite, del lenguaje, del mundo, de mi mundo. Fue precisamente leyendo el Tractatus cuando se me presentó la idea. Sin embargo creo que ahora me he atrevido a hacer una cosa diferente a la de ellos que es pensar la idea de límite como afirmativa. Generalmente es negativa: límite es el borde más allá del cual algo no puede decirse o no puede conocerse, no puede pensarse, no puede expresarse. Yo le doy un sentido afirmativo, por eso me interesaba que se impusiera el límite como algo evidente pero positivo. Quizás al final del libro es donde doy el salto más audaz y digo que quizás lo que pienso es el ser mismo de la filosofía.

P. Hay en La aventura de la filosofía una especie de retorno al pensamiento clásico, muy especialmente a la unidad del ser de Parménides

R. Es un intento de volver al origen. Está muy presente Grecia, Sócrates y Platón. También Parménides, sí, y al final más que nunca. Sobre todo en lo que yo considero el corazón del libro que el la singladura que titulo "la verdad ontológica". Yo casi diría que el libro es una gran envoltura de este capítulo. Y ahí aparece Parménides incluso en un gráfico.

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