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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Desierto andaluz

Hace dos veranos, en estas mismas páginas, protestaba yo por la desertización cultural de Andalucia en comparación con otras regiones españolas, tomando al pobre y cálido verano como indicador significativo de la misma. Al regresar ahora de mis vacaciones me quiero referir, en justo desquite, a algo que supone a mi modo de ver un cierto cambio, un despegue y una esperanza: los cursos de verano de la Universidad Internacional de la Axarquía, en la Costa del Sol oriental. He participado en uno de ellos, dedicado a la novela española y dirigido por Carmen Castro. Los cursos -de muy diversas materias y con especialistas de alto nivel- han tenido lugar en un palacio preciosamente restaurado del pueblo de Vélez-Málaga. Alrededor de ellos se han organizado otras actividades, conferencias abiertas, exposiciones de pintura u otras, como las dedicadas a Xavier Zubiri, María Zambrano, etcétera.Se trata de un hecho importante y prometedor. Que entre el vocerío masificado del verano haya lugar para estas cosas -en zonas que habitualmente han carecido de ellas- es algo que reafirma nuestra confianza en la cultura, en su extensión y mejoramiento. Y ello a pesar de los muchos condicionamientos y limitaciones de las universidades de verano, de sus deficiencias y veleidades escaparatistas.

Lástima que hechos como éste no se vean acompañados por un ambiente cultural veraniego más satisfactorio. Cuando el resumen de las vacaciones consiste para muchos de nosotros sólo en comer, dormir, bañarse, producir- soportar ruido y consumir revistas antes llamadas del corazón, bien puede decirse que hemos degradado nuestro ocio y nos defraudamos a nosotros mismos, como venía a decir con mucho tino Rosa Montero en un artículo reciente. ¿Cuándo la cultura no será la. erudición apabullante y el discurso impertinente, sino el ambiente, la conversación, el silencio, el disfrute general y gratuito de lo sencillo y valioso, el canto de la naturaleza, el revulsivo contra la asfixiante trivialidad? Aunque despacio, vamos cambiando.-Santiago S. Torrado.

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