Suspiros de monja

Sorpresas es un juego de palabras: monjas, hermanas presas. En el sentido literal no hay más que una sorpresa, la del inicio; lo demás son formas para intentar mantener la única situación. (El juego de palabras original es intraducible: nunsense por nonsense. Nur, significa monja; nonsense es frivolidad, bobada, lenguaje sin sentido.) La situación: una comunidad religiosa toma una vichyssoise en malas condiciones, y mueren todas las monjas excepto unas cuantas que se fueron a jugar al bingo, donde han perdido su dinero. Las supervivientes no tienen con qué enterrar a las fallecidas; las meten en el frigorífico y arbitran algunos recursos, hasta que sólo quedan cuatro cadáveres; la madre organiza un espectáculo musical benéfico. Los números de este espectáculo forman la base de la comedia. El final: una de las hermanas, amnésica -sor Amnesia-, recuerda su verdadera personalidad: fue ganadora de una quiniela, y ese dinero permitirá dar entierro cristiano a las fallecidas y, sin duda, mejorar la comunidad. Los números, realmente, recuerdan lo que podía ser un espectáculo organizado por monjas levemente aficiomadas. Han sido, como el texto, comprimidos en su versión española, hecha con el conocido oficio de Jaime Azpilicueta, que también dirige. Algunos números han cambiado de protagonista. Las sospechas de irreverencia no tienen lugar; el disparate -non-sense- no llega a ser más que teórico. Hubiera resultado mejor si se hubiese acentuado o desbordado. Pero no es eso lo que se busca, sino un público fácilmente complacido y atraído, sobre todo, por el reparto: Mari Carrillo, las hermanas Hurtado y la cantante Mary Carmen Ramírez. Lo más apreciable es Mari Carrillo y la voz oportuna de Mary Carmen Ramírez, que recuerda de cuando en cuando que se trata de un musical de verdad y que hay unos músicos en escena, aunque la partitura de Dan Goggin -autor también del libreto y las canciones- no tiende a ser recordada. Mari Carrillo es una primera actriz que convierte en teatro todo lo que toca, y aquí hace casi soportable las dos horas de representación sin interrupción. Sus hijas nos tienen acostumbrados a interpretaciones más sueltas, más improvisadas, más libres; la tiesura del texto, que no se compensa tampoco por la verdadera profesionalidad en la canción y el baile que requiere una obra de este tipo, no las hace salir de un mundo soso.Es el primer estreno de la temporada. Había un público amistoso y ansioso de cuajar un éxito: fue capaz de subrayar algunos números que le parecieron especialmente felices y, sobre todo, de destacar la calidad y el riesgo de Mari Carrillo en este papel y las excelentes intervenciones habladas y cantadas de Mary Carmen Ramírez.