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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El parado reinsertado

Pues sí, sin pensármelo dos veces, enterado de que había quedado vacante una plaza de ayudante de bomberos, me dirigí de inmediato al Parque de la Diputación Provincial, instalado a las afueras del pueblo. Allí me atendió un bombero, vestido de tal, quien, muy amable, me explicó que, en efecto, estaba en lo cíerto: la vacante existía, pero desgraciadamente aquella misma mañana había sido cubierta por un pirómano. Sonreí con levedad la broma y el bombero, que dijo ser sargento y encargado de personal, aseguró hablar en serio, como en él era costumbre. "No hay mejor terapia para esta clase de personas", añadió, "fuertemente recomendada por los psicólogos y acogida con entusiasmo por el Cuerpo de Bomberos. Es un revulsivo con el que se logra la reinserción social".No tuve suerte, tampoco esta vez, de conseg uir un empleo. Supe un año después que el presunto pirómano, el presunto bombero, presuntamente había incendiado 800 hectáreas de pinos, como él mismo reconoció ante el juez. Menos mal que el médico que le al.endió durante el proceso declaró a los medios de comunicación que la terapia era buena, a pesar de lo sucedido, y que seguiría aplicándola en los demás casos.

En mis largos paseos de parado, topé otro día con una finca de labor, donde trabajaban algunos jóvenes sin muchas ganas. Me recibió uno de gafas, al que decían el responsable. "No, aquí no hay trabajo para las personas normales", me contestó. "Esto es un centro de reinserción de chicos dificiles, o sea, fracaso escolar, etcétera. Para ser sincero, de drogadictos que han manifestado la voluntad de rehabilitarse".

El responsable, que manifestó grandes deseos de ayudarme, me informó que el Ayuntamiento estaba reclutando peones para la recomposición de las aceras de las calles, cuya tarea requiere gran cantidad de mano de obra. El concejal de obras, pese a la dilatada espera, me acogió cordialmente, pero las plazas habían sido ocupadas. Merced a un histórico acuerdo del Ayuntamiento con la dirección del centro penitenciario, los reclusos que gozaban del régimen abierto estaban siendo contratados para la reparación de aceras, con el fin de conseguir su reinserción social una vez lograda la libertad definitiva.

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Quince días después, los reclusos de régimen abierto, prácticamente reinsertados, aprovecharon la ausencia del capataz para vender a otros delincuentes el compresor de obra y otras herramientas.

Visto lo visto, y nadie crea que no me costó, una tarde me tiré en mitad de la calle con una jeringuilla en la mano al paso de un coche de la Policía Nacional.

Y aquí me tienen, bien comido y bebido en la finca de labor, sin dar palo al agua, 20.000 pelas al mes en concepto de dinero de bolsillo, reinsertándorne poco a poco.-

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