Triunfo de José Luis Palomar
José Luis Palomar entró ayer de rebote en el cartel por la vía de las sustituciones y se aprovechó bien de ello, pues realizó una magnífica faena. Dolores Aguirre envió una corrida de no mucho trapío pero que mantuvo el interés de los aficionados. Y, algo tan poco habitual en estos tiempos, astifina. Las anunciadas figuras Manzanares y Ortega Cano, no comparecieron. ¿Puede ser porque los cuernos de los toros no estaban desmochados? Que cada uno saque sus conclusiones, como lo hizo el público colmenareño, cuyos comentarios sobre los ausentes eran poco alabatorios.Dos toreros alejados de las tramas de despacho que manipulan la fiesta sustituyeron a las figuritas con suerte distinta. Palomar se encontró con el milagro de un toro bravo y no lo desaprovechó. Bien es cierto que había que porfiarle mucho y mandarle, y eso hizo el soriano. Ya se lució al banderillear con arrojo y verdad, pese a que su cuadrilla pasó de hacerle los quites cuando el diestro salía perseguido por el burel; por lo que se ganó la inquina del diestro y del público. Con la franela, un Palomar inspirado compuso una labor de gusto y tronío. Atemperó y dominó la embestida con temple y ligazón, y destelló extraordinarios redondos, pases de pecho de pitón a rabo y adornos. Mató con facilidad y recorrió el anillo entre gritos de "¡torero!". En su anterior, un tardo que no se empleó, no alcanzó tal tronío, pero sí dignidad aplicada con valor.
Aguirre / Ruiz Miguel, Palomar, Cepeda
Cuatro toros de Dolores Aguirre, 2º de La Castilleja, bien presentados, astifinos y de juego desigual -5º, premiado con vuelta al ruedo- y 3º, sobrero de Gabriel Rojas, terciado. Ruiz Miguel: bajonazo (pitos); pinchazo, estocada pescuecera y cuatro descabellos (bronca). José Luis Palomar dos pinchazos y estocada trasera (silencio); media (dos orejas). Fernando Cepeda: media perpendicular y descabello (silencio); bajonazo (pitos).Plaza de Colmenar, 31 de agosto. Quinta corrida de feria.
Ruiz Miguel no tuvo su tarde ni lo intentó siquiera. El primer toro no era muy inferior en calidad al del éxito de Palomar, pero lo estropeó con sus regates hasta convertirlo en un guadañero cualquiera. Tampoco logró otra cosa en el cuarto que aumentar su inquina y extenderla a los tendidos, que ya no le perdonaron sus horrendos sablazos.
Fernando Cepeda no dio el paso al frente ni con el cenceño, al que corearon las peñas: "Queremos toros, no cabras". Y menos con el sexto, al que se limitó a realizarle arrebujos y fruslerías de toreo, mientras gesticulaba señalando que no valía, lo que aumentó el enfado de los colmenareños.
Babelia
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