_
_
_
_
Tribuna:MATANZAS EN BURUNDI
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tragedia en el África negra

Las matanzas étnicas proseguían ayer en el norte de Burundi, según la agencia France Presse, que recogía testimonios del hallazgo de nuevos cadáveres, más de 5.000 en total. El autor del artículo, que vivió varios años en el país africano, del que fue expulsado en 1980, señala algunas de las claves de los acontecimientos actuales y recuerda la presencia española.

Burundi, pequeño Estado del África central, ha explotado otra vez: miles de muertos en unos días. Y lo hará más veces... Pocos países son, para los españoles, tan ignorados y desconocidos como éste. Pero allí también hay y ha habido españoles durante largos años.En 1972, 10 años después de independizarse de los belgas, los tutsis, con listas en la mano, fusilaron a los cuadros hutus: maestros, administrativos, notables... No es fácil conocer la cifra de hutus asesinados. Las estimaciones oscilan entre 150.000 y 250.000. También hay decenas de miles de refugiados hutus en Ruanda, Tanzania, Zaire e incluso Europa.

En kirundi -lengua materna y oficial, que hablan 12 millones de personas- la gente, al hablar del fatídico año 1972, dice "ivyabahaye", "las cosas que ocurrieron", "los acontecirnientos". Burundi, desde entonces, dependerá por muchos años de aquellos acontecimientos, como los españoles dependemos de una guerra civil. Todo tiene sus antecedentes históricos.

Los tutsis (batutsi, con prefijo-plural) tienen tendencia nómada, son ganaderos, altos, inteligentes, diplomáticos, reservados, introvertidos, buenos actores si llega el caso, con visión de conjunto, integran rápido lo nuevo. Los hutus (bahutu) son más bajos de estatura, tendencia sedentaria, agricultores, muy trabajadores y resistentes, muy bondadosos, más extravertidos, menos organizados mentalmente para los grandes espacios, más lentos para integrar lo nuevo.

Burundi está dirigido por una raza minoritaria, en guardia permanente; el omnipresente miedo a sentirse rodeado es un mal consejero para el equilibrio político. Los tutsis son sólo el 14% de una población total cercana a los cinco millones de habitantes y una densidad de población doble que la española (la mayor de Africa, junto a Ruanda). Los hutus constituyen el 85% de la población, pero se organizan peor. Quedan los tuas (batua), o tipo de pigmeos, el 1%, especialistas en recipientes de barro y que venden sus productos, en el mercado, separados de los demás. Tanto para los tutsis como para los hutus, los tuas son inferiores. Los tuas son muy amables y muy directos en la conversación, una vez que se rompe el hielo.

Una pequeña parte de ese 14% de tutsis, más unos pocos hutus en determinados puestos (para hacer ver que no hay racismo), es la que dirige el país: el ejército de unos 15.000 hombres, equipado sobre todo por Francia; el partido único, Union Progrès National (Uprona), y los puestos claves de la Administración. Cuando se le pregunta a un niño tutsi qué quiere ser de mayor, es muy probable que diga "umusoda" (soldado). El concepto de Estado es importado. En kirundi se dice Leta, transcripción puramente fonética del francés l'État. Es mágico, es el poder.

En 1979 había en Burundi unos 80 españoles, cooperantes y misioneros en su mayor parte. Había misiones dirigidas por belgas, burundeses, italianos, franceses, alemanes, canadienses, polacos, suecos, suizos, norteamericanos... Entre los españoles, aragoneses en Nyangwa, asturianos en Ntita, mallorquines en Gitongo y Mutaho, riojanos en Rwisabi... También había andaluces, catalanes, madrileños, navarros, vascos.... Yo trabajé en Nyangwa cuatro años (19761980). En febrero de 1980, Nyangwa tenía unos 50.000 habitantes, con porcentaje alto de tutsis.

Labor social

Esto hacíamos en Nyangwa, por poner ejemplos. Escuela paralela: 2.044 alumnos, 25 profesores nativos independientes del Estado y pagados por la misión o país de los cooperantes. Cooperativa de consumo: 280 miembros-socios, dos millones de pesetas anuales en ventas (el salario mensual de un obrero era de 1.000 pesetas). Dispensario privado: medicamentos de Europa, 46.800 enfermos atendidos al año. Cursos intensivos de alfabetización de adultos. Centro de promoción social: unos 700 jóvenes y 440 mujeres casadas en tareas de alfabetización, carpintería, corte y confección, 5.248 vestidos vendidos en 1979. Animación rural en las colinas: 20 monitoras locales, 30 campos de experimentación, donde se distribuyeron en tres años: 5.000 plantas de piña, miles de kilos de semillas, 600 pozos para excrementos y basuras. Cooperativa agrícola y ganadera (con fondos del Estado francés): 15 socios, cultivo del girasol, cría de conejos, granja de gallinas, 70 huevos diarios... Cooperativa artesanal: 12 socios; vendió en tres años: 112 bolsos de mano, 136 cestos, 507 piezas murales, 650 alfombras, 8 10 raspadores metálicos, 3.680 cepillos de limpieza, 8.760 escobas... Molino a motor Yanmar Diesel TSC, para maíz, café, etcétera. Agua corriente, 144 litros por minuto.Pero el Gobierno veía con miedo el desarrollo del pueblo. Aunque no se hacía discriminación y de todo se informaba al Gobierno, siempre eran más hutus que tutsis los que accedían a los servicios, porque hay seis hutus por cada tutsi. Como los pretextos son fáciles de encontrar, se acusó a los misioneros de colonizadores y de opio de¡ pueblo. En diciembre de 1976 fueron expulsados 16 combonianos. Y en junio de 1979, casi un centenar de misioneros, según el escrito oficial, "por atentar contra la seguridad del Estado".

En la vecina Ruanda los hutus gobiernan en mayoría. Siendo un país gemelo, está más desarrollado, porque no se tiene miedo a los cooperantes extranjeros. El presidente Havyarimana los condecora, mientras el presidente burundés, Bagaza (1976-1987), destituido por el golpe de Estado de septiembre de 1987, expulsa a más de 300 cooperantes o misioneros de 20 nacionalidades, entre ellos un obispo belga. Encarcela a 22 curas católicos nativos y a decenas de cristianos cualificados. Prohíbe los medios de comunicación católicos y protestantes, las reuniones, las misas, etcétera.

Los dirigentes tutsis han querido quitarse testigos de encima. Matar a un blanco siempre trae problemas... Es mejor expulsarlo. Sobre todo, si habla kirundi. A los diplomáticos, técnicos de la ONU o de la banca mundial, en cambio, buenas recepciones.

El 65%. de los burundeses está en la órbita católica. Pero el Vaticano no tiene autoridad moral para capitalizar esta persecución. El nuncio, con sede en Bujumbura, es un embajador de un Estado. Yo he hablado formalmente con dos nuncios, en representación de compañeros, en distintos momentos difíciles, en 1976 y 1979. Dos nuncios distintos, los dos hablaban español, los dos nos dijeron lo mismo: no hacer nada, la Iglesia siempre ha sido perseguida... Un año más tarde yo también era expulsado, con otro compañero. Y, curiosamente, el motivo fue una carta abierta al Papa. El provincial belga de los Padres Blancos dijo: "Es una expulsión indecente". Meses después, el mismo nuncio perdió el título de decano del cuerpo diplomático... Era 1980.

No es dificil prever que las luchas étnicas van a continuar. El poder nunca es razonable, por tanto, no va a ceder ni va a negociar, aunque siga habiendo miles de muertos. Sólo hay una vía, seguramente, la europea, que está en el origen de la colonización: que influya a favor. Pero tal como está el tráfico de armas, tampoco es fácil. Así que, si no ocurre algún milagro, sólo cabe temer que, algún día, continúen las matanzas.

Pedro Mendoza es sacerdote. Trabajó en Burundi entre 1976 y 1980, cuando fue expulsado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_